Un alga que sabe a beicon

Ya sé lo que estás pensando: ¿está loco? ¿Acaso le han echado droja en el Cola Cao? Pues no, ni lo uno (creo) ni lo otro. Por fin llegó el alimento definitivo: vegetal, sano y con sabor a pancetilla. Y lo más curioso de todo, como siempre suele pasar con los grandes descubrimientos, fue pura casualidad.

El nombre del alga en cuestión no es que inspire demasiada confianza como para lanzarse a su ingesta como un descosido: Palmaria palmata. Suena un poco agorero, diría yo… Obviamente, en España (salvo el típico listillo sabelotodo de turno que, copa en mano, da lecciones en la barra de un bar) poco sabemos de este engendro vegetal marino, que sí empieza a ser muy codiciado en el mundo anglosajón. De hecho, no he podido encontrar una traducción en español para el nombre inglés del alga, que es Dulse (no es que el alga sepa a azúcar, ya te he dicho que sabe a beicon, es que se llama así).

Dejando el sabor aparte, resulta que este alga es un filón vegetal: contiene más nutrientes que la súper famosa col rizada que últimamente se estaba poniendo de moda en los círculos veganos de Estados Unidos, donde la conocen como Kale (pronunciado keil, oouuuu yeeeeeaah), por tener más hierro por unidad de masa que un filete de ternera y más calcio que la leche de vaca, rica en antioxidantes, baja en calorías y más buena que el pan (no, espera, ¿esto ultimo no era de un anuncio? Es que me lío…).

¿Pero de dónde ha salido semejante engendro vegetal? ¿De un laboratorio ultra secreto en las entrañas de un páramo desierto lleno de científicos locos que quieren conquistar el mundo? Pues no, es una criaturita del señor como tú y como yo, nada de frikadas conspiranóicas. Habita placenteramente las aguas del Pacífico norte y algunas costas del Atlántico. Pero claro está, no todo pueden ser buenas noticias, y es que pese a ser un alga, no se propaga a la velocidad que uno cabría esperar, y su cultivo fuera de su hátitat natural no es fácil, además de ser excesivamente caro.

Es por eso, que científicos de la Universidad Estatal de Oregón están desarrollando un sistema de cultivo artificial para intentar domesticar el alga, y así poder crecerla a mayores concentraciones fuera de su medio natural. Lo más curioso de todo es que la idea original era cultivar el alga no para consumo humano, sino como alimento de almejas. Sí, de almejas. En concreto de una especie de gasterópodo gigante y al parecer exquisito (y por ende, carísimo) llamado Abulón, también familiarmente conocido como oreja de mar. Aquí me vais a perdonar mi ignorancia, yo es que soy de secano y por tanto fan acérrimo del jamoncito y el lomo de orza…

El caso es que un día, alguien se dio cuenta del potencial de un alga tan rica en nutrientes y, no olvidemos lo más importante: ¡que sabe a beicon!, y decidieron olvidarse del pobre abulón y concentrar esfuerzos en cultivarla para consumo humano. Yo me imagino la escena tal que así:

—Ostras Johnny, aquí huele a bacon que lo flipas.

—Ah, pues yo no he sido… ¿de dónde viene el olor?

—Holy mother of god, Johnny… ¡el tanque de las algas! ¡Pues a tomar por culo el abulón!

A día de hoy, las investigaciones siguen avanzando, y Johnny (el nombre es inventado, por cierto…) y sus colegas son capaces de producir del orden de 45 kilos de algas por semana. La cantidad, como verás, queda un poco lejos de poder satisfacer un consumo a gran escala, pero oye, poco a poco. Cosas más difíciles se han visto. Sin ir más lejos: ¿quién le iba a decir a Arbeloa que un día iba a ganar un Mundial?

bluebird Comunicación
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