Sobre Sergi Guardiola, el ser humano y sus actos en la Red

El pasado lunes Sergi Guardiola, futbolista procedente del Alarcón, estampaba su firma en las oficinas del Fútbol Club Barcelona. Había sido fichado con el objetivo de incorporarse al filial blaugrana y ayudarlo a escalar posiciones en Segunda B, temerosos en el club de descender tras ya venir de un descenso en la temporada pasada. Se trataba de un delantero con olfato de gol, que fichaba para empujar al equipo en el aspecto goleador, algo de lo que está careciendo en parte en esta campaña.

Todo eso se producía a la mañana. Horas más tarde, ya cuando el sol descendía, el club anunciaba la rescisión de su contrato. Al tratarse del día de los Santos Inocentes, muchos creyeron que se trataba de una broma. Mas todo lo contrario: el club, seguramente tras algún chivatazo, se había percatado de unos tuits ofensivos que el jugador había publicado allá por el 2013. Ofendían a Cataluña, al F.C. Barcelona y a Messi. Así que fulminantemente lo despidieron sin buscar explicaciones o perdón. El jugador, horas más tarde, completamente abatido, no tuvo más remedio que regresar a casa. Lo más fuerte de todo, sin embargo, fue que declaró no haber escrito esos comentarios. Según él, unos amigos se lo publicaron en un momento de cachondeo. Que, según él, los hubiese borrado a posteriori si hubieran salido de él. ¡Eso sí que es una buena mentira para una inocentada! Así que no cuela…

Este suceso me ha llevado a reflexionar sobre el ser humano y sus actos en la Red. O, más concretamente, en el uso de las palabras y en la importancia que le otorgamos. Seamos francos: prácticamente no le damos ningún valor a lo que decimos. Estamos todo el día con la guasa, el cachondeo, el carpe diem y, en definitiva, con la obsesión de ser felices siendo unos despreocupados, que convivimos con la sensación de que todo lo que se dice “es un decir”. No es para nada algo que haya surgido ahora o que haya evolucionado, es simplemente que la Red agranda todos nuestros errores. Incluso habiendo la opción de borrar elementos, siempre existe alguien o algo que te lo recuerda en momentos de fricción. ¿Para qué hablar? ¿Para qué opinar? Si total, luego nos retractaremos y diremos que eso no lo dijimos nosotros o que todo salió a colación de una broma. Deberíamos ser más conscientes de nuestros actos en la Red, porque es exponerse públicamente. Nuestra imagen, nuestro nombre, nuestra edad, nuestra vivienda, nuestro teléfono, nuestra tarjeta de crédito ya y todo. Es increíble cómo el ser humano ha adquirido la sensación de que todo lo que guardamos en nuestro ordenador es nuestro cajón secreto. En verdad, no hay ninguna llave que nosotros guardemos. En verdad, la información que suponemos privada es compartida con otros usuarios.

Deberíamos protegernos más y ser más inteligentes. La vida no nos regaló el don de la palabra para que juguemos con ella y realicemos de todo excepto expresarnos. Yo ya estoy harto de ver comentarios en la Red de parejas de “cuánto se quieren” y de que “estarán siempre juntos” y luego, al cabo de dos meses, ya ni se quieren ver. O de conversaciones en el Whatssap donde te aseguran que “mañana te contestarán a tal cosa” y luego ni dicen nada si tú no les saludas. Hay veces que es verdad que mentimos para quitarnos a gente de encima, pero fijaos en la cantidad de memes que hay siempre a final de año acerca de los amigos falsos y de la gente que nos ha decepcionado a lo largo del año. ¿Falsas promesas? ¿Intereses? Seguramente elaboraríamos una larga lista de motivos. Pero deberíamos ser más conscientes de que decir por decir no lleva a ningún sitio, sólo al desengaño y al enfado. O, como en el caso de un futbolista, el perderse la carrera de su vida en un club que, quién sabe, a lo mejor lo habría catapultado hacia un futuro brillante.

Como anécdota, sólo mencionar que hace poco vi una foto en Facebook acerca de los buenos modales. Entre las distintas frases que se enumeraban destaqué la siguiente: ¿Dices algo? Cúmplelo. Pues eso.

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