#sísepuede

Hace unos días las redes sociales se llenaban de esperanza al grito de #sísepuede.

Casi todas  esas voces provenían del mundo del fútbol, donde las aficiones de los equipos dejaban caer el peso de su ilusión en un (#)hastag,  ya sea para mantener la categoría o para ganar una liga. Al arrojarlo, este HT se convierte en una perfecta herramienta de comunicación, capaz de  generar la motivación de aficionados y jugadores, con un único fin: Creer.

Creer es un verbo que debe llevar implícito un orden de magnitud, pues nadie cree de la misma manera ni con el mismo ímpetu. Aunque se piense en el logro exitoso, siempre existe esa pequeña rémora de pensamientos negativos, que nos impedirán tener una convicción total.

Creer, a diferencia de lo que define la RAE, no debiera entenderse como estimar, ni tampoco suponer, calcular, sospechar, o esperar. Creer debe entenderse como admitir y aceptarque, aun por difícil que parezca, la meta es alcanzabley que todas las dudas y dificultades caerán en saco roto, pasando así a una creencia total con posibilidades reales de éxito. Tampoco debemos confundir creer con tener fe, pues ésta sólo tiene credibilidad total cuando la da un notario (y no siempre). Además, la palabra fe lleva cierta carga de credulidad pues se basa en hechos no constatables. Incluso la expresión tener fe ciega deja tras de sí un punto de incertidumbre, pues  lleva consigo lo que parece ser una advertencia: “¿Acaso no ves las dificultades que eso entraña?”.  Por lo general, no sabemos distinguir qué peso del verbo creer aplicamos al cerebro —el mero hecho de pensar— , y cuánto al corazón. Se piensa con la cabeza, pero para creer hace falta involucrar al corazón. El pensamiento gasta esfuerzos en nuestra mente, con ilusiones e imaginación,  pero es el corazón, o el pensamiento emocional, el que nos permite dar el plus necesario. Creerde verdad, por tanto, necesita activar los sentimientos, generar emociones y, en definitiva, aplicarle pasión.

Creer, y sin querer hacer apología del lenguaje no sexista, nos llevará  a crear, y crear no es sino hacer cosas. Todo el mundo tiene sueños y ganas de crear (léase hacer cosas), y para ello plantean como estrategia esperar a que pase el tren que les lleve a lograrlo. Craso error. Mientras esperamos ver llegar al dichoso tren, lo único que vemos de verdad es pasar el tiempo y éste, cual espada de Damocles, nos castiga sobre el propio hecho de crear, pues sin pasar a la acción, observamos cómo el tren siempre llega demasiado tarde.

Toda creencia va a desembocar a un fin o un objetivo, y para visualizarlo es necesario preguntarse si éste cumple con aquello del Objetivo MARTE (Medible, Alcanzable, Retador, Temporal y Específico). Por supuesto, ningún objetivo será tal si no existe en la persona la que a la postre será el motor de toda iniciativa: La inquietud. Hay que preguntarse cosas. A diario, en el trabajo, en pareja y  en sociedad. La inquietud nos hace desperezarnos del letargo y es la base de toda creación.

Como ejemplo de creyentes del #sísepuede, nace hoy MurrayMag, una propuesta descarada, de espíritu libre y regeneradora, que pretende hacer oír las voz de todos. Con valentía y enfrentándose a la decadencia institucional que nos embriaga, nos propone pasar a la acción de la propuesta. Hablar, informar, debatir y, en definitiva, creer y crear. Creer con pasión, que no es lo mismo que crear compasión. Las quejas sólo amedrentan más el camino y con miedo, no hay vida.  Creer que no todo está perdido y que hay cosas que se pueden mejorar. Hagamos del positivismo ilustrado(++++++++) nuestra forma de creer y apliquemos el #sísepuede a nuestro día a día.

“Ahora tengo que irme, pero no voy a dejar que eso se interponga entre nosotros, ¿vale? ”

Larga vida a Bill Murray-mag.

bluebird Comunicación
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