A mi madre… A todas las madres
Si no fueras tú, yo no sería quien soy…
Si no me hubieras alimentado con tu savia dulce, no habrían crecido en mí los brotes de coraje y dignidad que hoy resuenan bajo mis tacones de mujer.
Hoy te traigo para desayunar amor y ternura entre tomas de pastillas, curas con bedatine y máscaras de oxígeno.
Hoy quiero ser tu apoyo, tu enfermera, tu sonrisa.
Hoy agradezco a la vida que vivas a mi lado.
Hoy entierro rencores y rabias muertas para plantar una semilla de paciencia en el arriate de nuestro jardín…
Un jardín imaginado, pasado, recordado… En un corral hecho sombra por la parra cargada de uvas en una tarde de verano.
Me he caído, me ha picado una avispa… Por favor consuela mi llanto infantil, modela mi mente inquieta, imprégname de respeto y amor en cada gesto, en cada paso aprendido de tanto observarte.
Gracias por darme la vida.
Gracias por enraizar mi destino a tu existencia.
Gracias por hacerme libre, plena, lúcida, completa.
Gracias por ser tu hija.