La tolerancia es la madre de la ciencia.
Bueno, vale, la frase no es así, pero es que soy malísimo con los refranes. La frase original habla de la paciencia, pero para ser tolerante hay que ser muy paciente, así que está estrechamente relacionado. Sin paciencia, Newton nunca habría estado tanto tiempo analizando por qué le cayó encima la manzana y no habría confeccionado esa teoría de la relatividad tan chula que nos dejó.
¿Y la tolerancia qué pinta aquí? Bueno, la tolerancia hizo que al caerle encima la manzana, Newton no se diera la vuelta contra el árbol, se enfadara y le agrediera, por ejemplo. Eso podía ser la tolerancia o la inteligencia, que en el fondo son sinónimos.
«A más tolerancia más inteligencia.» Eso no lo decía ningún famosete ya fallecido de foto en blanco y negro con una leyenda al lado, eso lo decía mi abuelo. Esa y muchas, como «en la guerra no gana el más fuerte, sino el que más aguanta a tu abuela», que no tiene nada que ver con la tolerancia, pero joder, no me negaréis que es genial.
¿Sabéis lo que me gusta mucho? El pan. Y sin embargo no intento que a todo el mundo le guste el pan. Respeto tanto al que le gusta el pan como al que no, no salgo a la calle a protestar contra los que no le gusta ni a promulgar que las panaderías deberían estar subvencionadas por el estado y ser patrimonio nacional. No hago divisiones, no intento crear un bando pro-pan que acabe con los anti-pan. Puedo llevarme perfectamente bien con quien no le guste y muy de idiotas sería intentar hacer que a alguien que no le gusta el pan le terminara gustando por lo que yo pueda decirle. Disfruto de lo que me gusta y dejo a la gente que disfrute de lo que les gusta a ellos.
Y obviamente, no estoy hablando de pan.
Fotografía: Stacy Spensley ©