Cuando Juanlu me ofreció la posibilidad de colaborar en su magazine, pensé que había llegado mi gran oportunidad de cagarla de verdad, lo que siempre había soñado, escribir.
Siempre me ha gustado escribir. Tengo que reconocer que las dos grandes pasiones de mi vida son escribir y cagar. Pasiones que, por muy diferentes que parezcan, son como dos gotas de agua.
Yo he ido perfeccionando las dos en el transcurso de mi vida, y no ha sido fácil.
Si uno se pone a escribir o cagar puede ocurrir de todo. Si no hay muchas ganas lo mejor es dejarlo para otro día, por mucho que lo intentes tiendes a quedarte con los papeles en blanco y el esfuerzo es en balde. Hay sin embargo otros días en los que, con tiempo y mucho mimo, la cosa puede salir redonda, una auténtica obra de arte, y otros en los que una diarrea mental puede llevarte a ponerlo todo perdido, en ese caso, lo más inteligente es tirar cuanto antes de la cadena y olvidar.
Aunque no nos guste reconocerlo, muchas de las decisiones más importantes de nuestras vidas las tomamos sentados en el trono, si ciencias o letras, izquierda o derecha, rubia o morena ( o moreno ), poesía o narrativa. Yo de jovenzuelo era mucho de cagarla con mis poesías, sólo me gustaban a mí y a veces ni eso. Luego me dediqué a la narrativa, comencé con cartas a mis novias y ahí sí obtuve mis mejores críticas, pero tampoco me dio para ganarme la vida ni para poder conservarlas a ellas. Y que esto de escribir o cagar te da muchas alegrías pero también te van marcando los fracasos, en mi papelera se han ido acumulando muestras de una cosa y otra.
Ahora ya sólo me siento cuando la cosa promete, una vez al día por lo menos, lo recomiendan los médicos. No es bueno guardarse lo que uno tiene que ofrecerle al mundo, y yo prometo escribiros sólo cuando el cuerpo me lo pida, aquí en mi trono uno se siente como el rey desnudo, así que os ruego por favor que no me despertéis de este maravilloso sueño.
