Típica conversación después de salir del trabajo un viernes a las ocho y media de la tarde, en cualquier lugar de la geografía española:
—¡Tío, la alineación, que se me ha olvidado hacerla!
—Jajajaja… A algunos también se les olvidó y mira la que liaron en pleno lunes.
Cualquiera diría que estamos hablando de política ciudadana, pero no, amigos, así es el Comunio, el juego que nos tiene enganchados a todos. Cuando digo todos es todos y punto.
El Comunio es un “juego” que se ha convertido en amenaza (de tu novia por ver tantísimo fútbol cuando tú sólo eres de ‘Estudio Estadio’). También de tu perro (te mira desafiante cada vez que a los cinco minutos de sacarlo a su paseo no dejas de cargar internet para mirar el Comuniazo). Y, por supuesto, de tus amigos. ¿Dónde están esas conversaciones hablando de mujeres y más mujeres que se producían a cada instante de la vida y que ahora se han cambiado por el Comunio?
Esto no puede ser, hombre. Si a las mujeres las cambiamos por el Comunio algo estamos haciendo mal, y seguro que no es la alineación.
El Comunio es un juego de fútbol FICTICIO en el cual existe un moderador, generalmente que no suele tener ni la más remota idea de este deporte pero que es un genio en la informática. En el juego tú eres el entrenador, al que le asignan 15 jugadores y 20 millones de euros, FICTICIOS. Con ese dinero compras y vendes jugadores, por su valor en el mercado, a los demás jugadores de la liga o al llamado computer. Cada participante en el juego deberá realizar una alineación de 11 jugadores, existiendo penalizaciones (de puntos) si no alineas 11 tipos. El ganador es el que más puntos consigue al final de la liga, en mayo o junio.
Existen diferentes puntuaciones que el periódico As otorga a los jugadores en función de cómo lo han hecho en el partido que han disputado durante el fin de semana.
Todos los jugadores están agrupados en peñas con un número limitado de plazas. Estas peñas suelen ser amigos comunes que crean una liga virtual llegando a apostarse un día de gastos pagados por los jugadores perdedores a los ganadores (una excusa estupenda).
Fíjense si es importante el Comunio que en los grupos de hombres, en los que hace tiempo se hablaba de mujeres, ahora se habla de alineaciones, compras y ventas. Sorprendente que un juego cambie las reglas de la selección natural.
Es un juego tan adictivo que incluso se crean grupos de Whatsapp para hablar sólo de Comunio, extendiéndose dicho juego por los demás grupos. Es una epidemia catalogada de exitazo y a su vez de fracaso.
He visto cómo muchos jugadores han celebrado goles de su equipo más odiado sólo porque «lo tengo en el Comunio». He visto a novias cabreadas por culpa de él, del Comunio, sintiéndose celosas por la intimidad y la conexión que en su pareja produce este juego. He visto como alguien que no tiene ni idea de fútbol puede “aconsejar” a otro que se ha criado toda su santísima vida junto a un balón.
Eso es el Comunio, amigos: un juego que trata de igual a igual a todos sus jugadores, por mucho que queramos hablar de alineación, al final sólo juegan 11.