«De primeras te extraña y después te entraña», escribió de ella el poeta Fernando Pessoa. Así, de la apertura desmesurada de ojos al encogimiento del estómago, es el trayecto de los afortunados que se dejan perder por las calles de Marrakech, la ciudad de las 1001 noches. Seductora, bulliciosa, encantadora, única. Las pupilas se dilatan en la entrada de la vital plaza de Jamaa el Fna, una suerte de realismo mágico donde cada día se citan encantadores de serpientes, simpáticos monos, faquires, cuentacuentos, videntes, curanderos, músicos, bailarines… Una estirpe de personajes fantasiosos, y fantásticos, que tienen mucha culpa de que esta ciudad fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Hay que esperar al atardecer para que las gargantas se añusguen. Cuando cae el sol y comienza a sonar el adhan, la llamada a la oración, el lugar se convierte en un emplazamiento sublime en el que, esta vez, la belleza le echa un pulso a la vida, que recupera su liderazgo en cuanto cesan los cánticos.
Saliendo de la plaza de Jamma el Fna por el norte se llega al Zoco. Callejuelas estrechas y caóticas en las que es imposible no perderse repletas de babuchas, lámparas, tapices, especias, antigüedades, bisutería. La sensación de estar descubriendo algo nuevo, exótico, es mayor que la de agobio cuando no se encuentra la salida. Un reto casi imposible sin recurrir a la amabilidad de los marraquechíes que, justo después de indicar el camino de vuelta a la civilización, regatearán intentando vender un puff «elaborado de manera tradicional con cuero de camello» que lleva una etiqueta de made in China. Precisamente, la zona de los curtidores es imprescindible si se quiere descubrir a fondo la ciudad. Allí, familias enteras trabajan la piel de camellos, cabras y ovejas hasta convertirla en auténticas maravillas de la artesanía. No apto para estómagos sensibles, completamente recomendable para espíritus vitales. Como todo en la ciudad rosa.
La imagen es de YoTuT ©
Muy interesante el título y el post, forma parte de lo que dijo Pesoa de ella al principio te extraña luego se entraña. No es una ciudad fácil requiere vivirla con todos los sentidos. Te atrevés¿