Joven, ser o no ser

Por mucho que nos digan que los años no importan, que lo que importa para sentirse joven son otras cosas, cuando uno está a punto de llegar al medio siglo, que no es lo mismo que decir a los 50, resulta difícil no plantearse hasta dónde llega la juventud de uno, ese divino tesoro.

Uno empieza por ver lo que pasa a su alrededor y se encuentra con que Roger Federer, con 33 añitos, ya es demasiado “viejo” para volver a ser el número uno. Sin embargo, a esa misma edad, Jesucristo estaba hecho todo un chaval con esa cruz a cuestas camino del Calvario.

Se consuela uno cada vez que alguna señora simpática, y no tan joven, nos identifica con un «ahora vas tú niño» en la consulta del médico, o cuando me ven cojear por la calle y me consuelan con un «tan joven y ya con artrosis». ¡Que yo no tengo artrosis, cojones!

Luego está la otra parte, las gracietas de mi hija, cuando me abraza diciendo «¡ay, mi abuelito, que ya se le va viendo la calvita!», o ese «papá, anda que no tienes canas». Me cago en la p… niña, lo que me tiene que querer.

Sin embargo, cuando alguien la palma a los 50 se está muriendo muy joven, y eso consuela también mucho, no el morirse, el hacerlo tan joven.

De lo que no hay duda es que nuestros antiguos compañeros de colegio tendrán los mismos años que nosotros, pero ellos no son tan jóvenes, yo al menos los veo demasiado mayores para llamarlos jóvenes, y hasta para ser mis amigos… Pero uno acepta que tienen que serlo.

Joder, con la jodida juventud, tampoco es tan importante. Yo me pongo en el lugar de Julito Iglesias o de su ex, la eterna Preysler, y estoy seguro que seguiré siendo joven mas allá de los 70 o los 80. Para ello, basta con no doblar mucho la raspa y darse un repasito en las zonas mas nobles de vez en cuando.

Y si hablamos de sexo… Está claro que la edad mas placentera —habiendo ganillas, claro—, lo dicen todos los sexólogos que pasan de los 50, va de los 45 a los 55, sin tantas carreras como esos jóvenes de aquí te pillo aquí te mato, por favor.

En el fondo, me considero un tío feliz de cumplir los 50 y ser… Joven, ¡cojones!, qué ya sé que no corro tan rápido como corría antes, y que no duermo la mitad de bien que cuando a mis veintitantos llegaba cargadito de regalos a mi casa, que los pelos de la nariz se me rebelan y me revelan lo jodido que es irlos escondiendo, que mi coreografía de baile no va con la música que inventan ahora… Cosas sin importancia, cuando uno sigue disfrutando de Joaquín Sabina y llora de alegría cada vez que Marco vuelve a encontrar a su madre, que, por cierto, sale todavía bastante joven a pesar de los años.

bluebird Comunicación
bluebird Comunicación
bluebird Comunicación
bluebird Comunicación

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.