HeLa: la línea inmortal

Tranquilidad en las masas: he vuelto. Sólo han sido unas pequeñas vacaciones, pero la ciencia vuelve a los domingos, que no cunda el pánico. Sé que ha sido un mes duro: se fue Gallardón, se fue Botella y luego voy yo y desaparezco de repente… ¿¡pero esto qué es!? Bueno pues ya podéis respirar tranquilos: aquí estoy.

Y vuelvo con una historia peculiar, la de una joven americana que se convirtió sin querer (y sin su consentimiento) en uno de esos héroes anónimos (aunque ya no es tan anónima, pero lo fue durante décadas) a los que la humanidad le debe muchos de los más importantes avances médicos de todos los tiempos. Os hablo de Henrietta Lacks y sus células inmortales.

Y es que, tristemente, esta historia comienza donde acabó la vida de la pobre Henrietta. Afroamericana, nacida en Virginia en 1920 como Loretta (no parece estar muy claro cómo y por qué  ocurrió el cambio de nombre), tras una vida dedicada al cultivo de plantas de tabaco, fue diagnosticada de cáncer cervical a la edad de 30 años, y murió a los 31. Y aquí comienza el largo periplo de la famosa línea celular HeLa, y de ahí su nombre “en clave” (Henrietta Lacks). Los que hayáis cursado alguna asignatura de biología molecular o celular habréis oído hablar de estas células, los que no, pues ya os lo cuento yo que para eso estoy.

El médico que le diagnostico el cáncer, residente del hospital Johns Hopkins, notó algo inusual en el tumor detectado a Henrietta, había algo extraño en la forma en que se desarrollaba… y sin su permiso, tomó una muestra celular y la mantuvo en cultivo. Para su sorpresa, y a diferencia de todos los demás cultivos de células humanas, estas células se mantenían vivas y se perpetuaban sin problema indefinidamente. Generalmente, las células humanas se pueden mantener en cultivo durante un tiempo limitado, pero mueren al cabo de varias divisiones (que como ya te he contado en algún artículo anterior, es un comportamiento programado y una de las razones por las cuales envejecemos). Era la primera vez que se conseguía mantener un cultivo de células humanas inmortales fuera del cuerpo. Y aquí dio comienzo la época dorada de la medicina molecular.

Las células de Henrietta pronto se comercializaron y distribuyeron por laboratorios de todo el mundo y se convirtieron en herramienta esencial para el desarrollo de la medicina moderna: con ellas se creó la primera vacuna contra la poliomielitis y fueron la primera línea celular humana en cultivo enviada en una misión espacial para determinar el efecto de la gravedad cero sobre las células. Las células HeLa se han utilizado desde entonces en estudios sobre cáncer, SIDA, estudio del efecto de sustancias tóxicas, mapeo genético, enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson… Las células HeLa han sido para el desarrollo de la medicina y la biología como el descubrimiento del fuego al desarrollo de la humanidad. Sí, así tan rotundo y tan cierto.

Pero a pesar de lo mucho que le tenemos que agradecer todos y cada uno de nosotros a la pobre Henrietta, murió sin reconocimiento alguno y ni tan siquiera se pudo permitir una lápida en el cementerio en el que descansa. Curiosamente, no fue hasta la década de los 70 que sus familiares fueron conscientes del origen de la línea celular. He aquí pues mi pequeño homenaje a una, ya no tan anónima, heroína del siglo XX.

bluebird Comunicación
bluebird Comunicación
bluebird Comunicación
bluebird Comunicación

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.