Sí, has entendido bien: nuestro Sol se tira cuesquetes. Y pueden llegar a ser fatales (lo sé, tienes un amigo igual…). No fatales para el ser humano per se, pero para el modelo de sociedad que tenemos en los países “desarrollados” (puntualización: las comillas denotan el más puro sentido tecnológico de la palabra desarrollo, y nada más).
Si eres de los que tienen algo de interés sobre temas de actualidad científica, habrás notado esta semana que se ha publicado algún que otro artículo hablando de que se acerca una erupción solar inminente, y que la Tierra puede encontrarse en plena trayectoria. Mi más sincera enhorabuena si has encontrado la noticia, porque no era fácil, diluida entre la inminente entrada en prisión de la Pantoja, la vida y obra del pequeño Nicolás y el enésimo clásico (partido del siglo, milenio, bla bla…) Madrid-Barcelona.
Centrémonos pues en la erupción solar, y vayamos a las dos palabras mágicas con las que toda frase de buen científico debe comenzar: ¿Por qué? Como siempre, esto es mucho más complejo de lo que te pueda contar yo en un par de líneas, pero vamos a intentarlo. Desde hace varios siglos, básicamente desde que existen instrumentos que lo permiten, cada cierto tiempo se puede detectar la aparición de manchas en la superficie solar, que luego desaparecen (¡brujeríaaaaa!). La primera medición data del año 1755, desde que se empezaron a seguir oficialmente, aunque ya se sabía de su existencia en el siglo anterior. Las manchas marcan picos de máxima actividad solar, y desde que aparecen hasta que desaparecen pasa una media de 11 años, periodo denominado como ciclo solar.
Actualmente nos encontramos en pleno ciclo solar, desde 2008, y ahora con medición más precisa que en el siglo XVIII se sabe que estas manchas son de tamaño equivalente o incluso mucho mayores al tamaño de nuestro planeta. ¿Qué son las manchas? Pues, resumiendo mucho, son zonas donde el campo magnético del astro es mucho más intenso que en el resto. El Sol está formado por capas de plasma que se mueven unas sobre otras a distinta velocidad y ese movimiento es el que crea el campo magnético.
En períodos de máxima actividad solar se generan estas zonas de mayor intensidad, y en ellas las líneas del campo magnético se retuercen y forman bucles de plasma que llegan a la superficie, chocan entre sí y “explotan”, esparciendo el plasma por todo el sistema solar (para que nos entendamos: el cuesco solar). Este es el famoso viento solar que al llegar a nuestra atmósfera genera las auroras borealesy las australes.
Bueno pues retomando el asunto, ahora que conoces el proceso un poco más en detalle, te diré que está previsto para los próximos días la Tierra se encuentre en plena trayectoria cuando la próxima eyección tenga lugar. ¿Estamos jodidos? Sí y no. No, porque a ti como ser humano no te va a pasar nada, no vas a salir ardiendo ni nada por el estilo. Y sí, porque se te va a joder el iPhone. Avisado quedas. Y es que encontrarnos en la trayectoria de una eyección solar en plena era de las telecomunicaciones puede tener consecuencias fatales, aunque aún imprevisibles. Algunos agoreros señalan que las redes de telecomunicaciones no están preparadas para algo así. Ana Mato aún no se ha pronunciado al respecto.
Como dato adicional, la última vez que la Tierra se encontró en la trayectoria de una eyección solar de grandes dimensiones fue en Septiembre de 1859. Resultado: auroras que llegaban hasta el caribe (se llegaron a observar auroras puntuales en Madrid y Roma), cortes de telégrafo en Estados Unidos y Europa e incluso cables del tendido eléctrico ardiendo por cortocircuitos. Otro dato más: en Mayo 2013 ya nos pasó una de refilón. ¡Hasta la próxima semana! (O no…).