El secreto de la eterna juventud

carl-up

¿Existe una cura para el envejecimiento? A finales de los 90, a punto de entrar en el año 2.000 y con todo el revuelo que traía consigo el tema de cambiar de siglo (estábamos a punto de entrar de lleno en “el futuro”, ¿recuerdas?) algunas publicaciones científicas preocupadas por temas más trascendentes y no aquellas chorradillas del fin del mundo y demás pamplinas, trasladaban a sus lectores una serie de cuestiones cuya respuesta muy posiblemente podría aparecer a lo largo de ese ansiado siglo XXI. Una de ellas, ésa con la que empiezo el artículo de hoy, fue la más controvertida.

¿Puede el ser humano vivir eternamente? Supongo que todos nos lo hemos planteado alguna vez. Más de uno pensará ¿y dónde nos vamos a meter? ¡Si ya no cabemos! Bueno, ahí yo no voy a entrar a valorar, pero como siempre, te voy a dar algunos datos interesantes acerca del envejecimiento que vas a necesitar para que le des un poco al coco (hoy que es domingo, no me lo dejes en pausa que luego el lunes cuesta arrancar desde cero…) y saques tus conclusiones.

El tema del envejecimiento es muy complejo desde un punto de vista científico, existen publicaciones y libros a montones, y desde luego (y como siempre en ciencia) hay más incógnitas que certezas. Hasta hace bien poquito, incluso ya entrado “el futuro” (marquemos el año 2.000 como fecha de entrada) se pensaba que los organismos unicelulares (bacterias, por ejemplo) no envejecían realmente: la bacteria se divide, tenemos dos bacterias “hijas” que se han repartido todo y así sucesivamente, indistinguibles madre e hija por los siglos de los siglos (amén). Pues no. Recientemente se ha demostrado que esto no es del todo cierto, y que tanto en bacterias como otros microorganismos eucariotas (todos hemos estudiado biología en el cole ¿eh?, bueno anda dale al link…), la división conlleva una distribución desigual de “desechos” entre madre e hija y eso marca la célula más vieja (que se queda con los desechos) y la más joven (limpia de porquerías). Conclusión: llega un punto en el que la acumulación de desechos es tal, que esa célula ya no se puede dividir más y se suicida (sí, así tal cual te lo cuento, y yo no miento casi nunca).

Pero vayamos al grano: ¿qué pasa con los humanos? ¿Cómo y por qué envejecemos? No hará falta que te diga que, siendo organismos complejos, lo que te acabo de contar pues para nosotros no vale. Existen muchos procesos que nos hacen envejecer a nivel orgánico (madrugar un lunes, por ejemplo, eso no puede ser bueno…). Te sintetizo rápido las causas o teorías más discutidas y estudiadas, para que puedas empezar a discurrir tú solito:

Respirar. Así, tal cual suena. Respirar nos va consumiendo (por favor, sigue respirando que no queremos accidentes, ahora te explico, tranqui…). La incongruencia más grande que puedas escuchar jamás: el oxígeno, que nos da la vida, es uno de los principales agentes de envejecimiento. Los radicales libres generados por el metabolismo respirativo de nuestras células, son moléculas muy reactivas y acaban afectando (entre otras muchas cosas) a nuestro ADN, que va acumulando “daños”. Por supuesto que nuestras células no son tontas, y a lo largo de la evolución han desarrollado mecanismos de defensa para mitigar los efectos de estos radicales libres: intentar disminuir su concentración o reparar los daños que causan, por ejemplo. Pero amigos, ya se sabe: tanto va el cántaro a la fuente…

Consumo energético. Existe una teoría, que postula que una tasa metabólica más elevada, conlleva una mayor necesidad de energía y por lo tanto un gasto a nivel de recursos más intenso y que conlleva un envejecimiento más rápido. Para entendernos: según esta teoría, una vida más calmada nos haría vivir más porque envejeceríamos más lentamente. Por esa misma regla de tres, basada en el mismo principio, está muy en auge el tema de la restricción calórica para combatir el envejecimiento: limitando el consumo de energía (ingiriendo menos calorías, se entiende), disminuimos nuestra tasa metabólica y por tanto envejecemos más despacio. Bueno, pues otra teoría más, ¿no?

La genética. Más concretamente, la acumulación de errores y pequeñas mutaciones en nuestro material genético a base de que nuestras células se dividan una y otra vez. Piénsalo: cada célula de nuestro cuerpo tiene el genoma humano completo, en total 2.900 millones de unidades básicas llamadas nucleótidos. Cada vez que se divide, son 2.900 millones de piezas que deben ser colocadas exactamente en el mismo orden una y otra vez. Evidentemente, y aunque de nuevo existen muchos mecanismos celulares para corregir fallos durante la réplica, parece inevitable que pequeños fallitos se vayan acumulando a lo largo de la vida de cada individuo (o individua), que son los que acabarían afectando a cada célula y contribuyendo al proceso de envejecimiento.

Esto es, resumiendo mucho mucho (muchísimo), sólo parte de lo que se piensa que serían las principales causas que nos llevarán a levantarnos cada vez con más frecuencia a hacer pis, nos empiecen a interesar cada vez más las construcciones y reformas urbanas y a hacer cola cada primero de mes para poner al día la cartilla del banco. Como siempre te digo, nada se puede confirmar al 100% ni se puede descartar completamente, así de caprichosa es la ciencia.

¿Qué opinas ahora?¿Podremos curar el envejecimiento? Sólo uno sabe la respuesta, y ya todos sabemos quién es, ¿verdad? En efecto: Jordi Hurtado.

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