– ¿Zumito?
– De naranja, y bien exprimido.
– ¿Manual… o mecánicamente?
– Como te salga del forro.
– (Qué te gusta a ti un aforo).
– Ahueca, perro ladrador, tanta voz en off.
– Decía que si tostadas.
– Y cafelito.
– ¿Te las unto con manteca tulipán… o con paté de chile? ¿O una y una?
– Ay, maldito tricolor, siempre tan gerundio tú. Que ya te adivino cobrándome 5,1. Chisposo, que eres un casposo.
Después del zumito de naranja (exprimido mecánicamente).
– (Ay, Sancho, si por todo fuéramos tan Quijote).
– ¿En ladrando de nuevo, chico Freixenet? Sal ya de tu burbuja, anda, y muerde mordiendo, que ya es triste un café solo, pero más aún un café solo solo.
– Tú siempre tan en las antípodas de la simpleza gramatical.
– ¿A vueltas, canguro? Qué te gusta darle duro, hacedor de soledad.
– Ay, si día a día leyéramos tan entre líneas… otro gallo cantaría.
– Petit à petit, monsier. Que ya cacarearán esos pollitos inventores de la tuya república, pero asados y sin posibilidad de vuelta. Pero piano piano, que aún queda hasta el 13 de julio, y aún por el camino pizzaremos a otros tantos y de pasta nos hincharemos.
– Menos pasta y más ahuecar el ala, cantamañanas rimbombante. A ver si glosas tanto el día después…
– El día después toca samba, y no precisamente entre calles. Será divertido compartir, libertariamente, asfalto con “maninfestaciones” republicanas. Todo un signo de fraterna igualdad.
– Dejémoslo por hoy, chuchurrido, que estás hecho un churro merino. Y menos humos, vaporoso libertino, don aquejado El Preparao, que estás ya muy Avellaneda.
La imagen es de Ventura Ces Armental ©