– Todo hay que decirlo: nunca la vi yo como fontanera, haciendo arreglos en las griferías del partido. No sé, siempre me resultaron como el tocino a la velocidad.
– ¿Qué hablas, de la Griffith y el Banderas? La verdad es que él es mejor partido que ella.
– ¡Que no, cenutrio! Que hablo de la Susana Díaz, la égida de los desagües socialistas.
– ¿Te refieres a la no electa?
– Tanto como no electa…
– Hombre, ya me dirás: del chavo al gañán, del gañán a la fontanera y tiro porque me toca. Y así hasta el infinito y más allá. Y todo de calada en calada, que la presidencia sureña parece un porrito inextinguible.
– Tú sí que eres gañán, chavo.
– ¿Unas galletitas para acompañar?
– ¿Fontanera?
– Por favor.
Unos minutos después.
– En fin, y que allí no haya intereses en abdicar…
– ¿A vueltas con esas? Deja ya el tema, que de tan centurión estás hoy muy antitú.
– Cenutrión, que eres un cenutrión. Que ahora hablo de otras juntas.
– Pues dime tú de cuáles, oh, gran maestre.
– ¿De cuáles va a ser, Macareno? Que así cualquiera le da a su cuerpo alegría. Y todo por obra y gracia de tu otrora gran y verdadero maestre.
– Pero zoquete, deja el quite, que no te pillo el vuelo.
– Cazuelo y no cerebro es lo que tienes en el techo, que todo deben dártelo hecho. Capillita, que eres un caballista. O las dos.
– Menos cañita, pichabrava, que estás hoy muy saltarín.
– Pasemos pues a otra. Y cerremos ya, por fin, este círculo nada insidioso. ¿Cómo ves a tu rey?
– No sabía yo si llegaría al partido contra Alemania… ¡y zas! Ahí que reapareció el bicho.
– ¿Y del otro qué decimos? Que a nada que te aprieten ya piensas más en pelotas que en coronas.
– Pelotas son las que tiene la corona. Y pelotillas en el roto de la fontanera, a ver cómo se comportan los prendas, que ahí los hay más de #ReverendumYa que de #ReferéndumYa. Al tiempo, amigo. Que todo lo que sube ha de bajar, y todo lo que entra…
– Ha de salir, amigo, tú lo predicas… Ay de tanto visionario de pacotilla. A cuántos se pondrá de patitas en la calle cuando se republique esta zarzuela caída en desgracia a la que, mal, muchos llaman democracia.
– Gracia la tuya. Y gracias a ti por la caña.
– Ochenta céntimos. Y gracias.
La imagen es de Ventura Ces Armental ©