El microbio que quería emigrar

Pues sí amigos y amigas, tal como suena. Los microbios han visto cómo nos las gastamos los humanos en este planeta de locos, y andan decididos a hacer el petate y marcharse… Y sinceramente, viendo cómo está el patio, no los culpo.

Al menos eso es lo que parece reflejar un estudio presentado esta semana en la reunion de la Unión Europea de Geociencia, y del que se hace eco la revista Science en su edición digital. El microorganismo en cuestión pertenece al grupo de las denominadas “Arqueas”, una suerte de microorganismos procariotas (es decir, sin núcleo celular) parecidos a las bacterias pero que en realidad tienen una historia evolutiva completamente diferente a ellas. De hecho originalmente se clasificaron erróneamente como bacterias, y se las denominó “arqueobacterias” (bacterias primitivas), de ahí su nombre actual (aquí tienes la pregunta de Trivial de la semana).

Bueno pues resulta que Methallosphaera sedula, que así se llama el bicho en cuestión, ya no está cómoda en la Tierra y se quiere marchar. O quizá… ¿volver a casa? Las arqueas son los microorganismos más primitivos que habitan nuestro planeta, se cree que prácticamente son primos hermanos (o como mucho primos segundos) de aquella primera célula ancestral que se piensa surgió del océano terrestre primitivo donde pegó el chispazo. O bien parientes directos de aquella primera célula que llegó del espacio, si eres de los que prefieren la segunda version de la historia. En cualquier caso, de ahí que siempre se encuentren en habitats con condiciones extremas (como las que presentaría la Tierra en su tierna infancia): salinas desérticas, cráteres volcánicos, ambientes de acidez extrema… Nuestra amiga aventurera, sin ir más lejos, se descubrío a finales de los 80 del cráter alrededor del Vesuvio.

¿Por qué sabemos que nos quiere dejar por una vida mejor allende los espacios interestelares? Pues porque crece más alegremente cuando se cultiva con materiales procedentes de restos de meteoritos. Que sí, que sí, que no es coña. Estos bichillos se alimentan generalmente de minerales de hierro y azufre presentes en las rocas terrestres, y lo que dejan son depósitos de metales pesados. Pues el grupo de científicos en cuestión comprobó que tienen una gran capacidad de lo que ellos denominan como ”astrogerminación”.

¿Cómo? Las pusieron a crecer en dos tipos de medios: unos cuyos minerales procedían de polvo de meteoritos, y otro con polvo de minerales terrestres. Pues ahí tienes a las muy puñeteras que tardan 2 semanas en crecer con el batido de meteorito, mientras que con el batido terrestre tardan… ¡2 meses!. ¿Tendrán poca vergüenza? ¡Descastás!

Esto ahora dará pie a distintas interpretaciones, que es lo bonito de la ciencia. Unos dirán que muestran la capacidad de adaptación que se les presupone a los microorganismos ancestrales que surgieron del caldo primigenio, que debían adaptarse a las condiciones tan rápidamente cambiantes de la Tierra primitiva. Otros en cambio dirán que esto es una prueba inequívoca de que la vida en nuestro planeta proviene en realidad del espacio y llegó en meteoritos. Otros dirán que las arqueas son casta, y que pertenecen a una élite de microorganismos que no nos representan…

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