Hoy os traigo una historia sorprendente, un estudio que por primera vez muestra, con datos objetivos, que existe una base científica tras el famoso mantra Mens sana in corpore sano. El estudio en cuestión acaba de ser publicado esta semana en la revista científica PLOS One, y llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Illinois.
El trabajo revela que niños que se encuentran en plena fase de desarrollo del crecimiento, y que realizan una actividad cardiorespiratoria moderada (para que nos entendamos, que practican algún tipo de deporte o alguna otra actividad física) de manera regular, presentan una capa de materia gris en el cerebro mucho menor que otros compañeros de la misma edad que, digámoslo de un modo claro para entendernos, se mueven menos que un gato de escayola.
Y ahora mismo tú te estarás preguntando que qué leches es la material gris y por qué es bueno tener menos, ¿a que sí? Pues tranquilízate que te lo cuento ya: el cerebro humano es como es, con respecto a otros parientes evolutivos cuyo desarrollo cerebral es diferente (¿concursantes de Gran Hermano? No exactamente, pero bueno, también vale, va…), y una de los requisitos durante su desarrollo para alcanzar plena capacidad es la pérdida progresiva de grosor, que ocurre durante la infancia, de la capa de material gris.
Esta pérdida de materia gris es vital para el proceso maduración de nuestro cerebro, influyendo en nuestras futuras habilidades de razonamiento lógico y capacidades cognitivas. La teoría que explica semejante proceso sería algo así, sin liarnos con demasiados tecnicismos, como que el cerebro comienza a desechar conexiones neuronales innecesarias mientras afianza aquellas que son más útiles, y de ahí la pérdida de grosor.
Según argumentan sus autores, éste es el primer estudio que evidencia que existe una relación directa entre el ejercicio aeróbico continuado y este, llamémosle, adelgazamiento (ya que hablamos de ejercicio, tiremos de léxico) de la materia gris. Es decir, resumiendo: que a la pérdida normal durante el desarrollo, le sumamos las ventajas de que el ejercicio incrementa dicha pérdida, y para bien.
Curiosamente, las diferencias entre los chicos activos frente a aquellos que son más flojos que un muelle de guita, se encontraban principalmente en las habilidades matemáticas, mientras que para otras capacidades como la comprensión lectora no se apreciaban diferencias significativas.
Estarás de acuerdo conmigo en que los datos son reveladores, y también dan bastante que pensar. Especialmente en la sociedad actual en la que vivimos, en la que además en las escuelas cada vez se tiende más a incrementar la carga académica frente a potenciar la actividad física de los chavales. No en todas, afortunadamente. Ya no es sólo que el ejercicio durante la infancia mejora nuestra salud en general, sino que ahora queda demostrado que nos dota de una mayor capacidad cerebral.
Aquí tenéis la clave, amigos y amigas lectores que ya sois (o pronto seréis) papás: menos videoconsolas y tablets ni leches, y más balones, raquetas, patines y a jugar y a trotar un poquillo con los nenes, ¡cojones ya!