Chains

Chains, mi gata, está malita. Le han encontrado un tumor en el intestino.

Tiene 15 años para 16 y es, sin lugar a dudas, la cosa más fea que me puede pasar.

He vivido con gatos desde hace más de 20 años y pensar en que Chains se puede ir es el peor de los pensamientos que puedo tener.

Corría el año 94 cuando me tocó hacer la mili.

Me las apañé para que aquel estúpido trámite me dañara lo mínimo posible, así que ingenié una serie de mentiras por las que estuve de baja más de la mitad del aquel periplo.

Al final, los militares me dieron por «incompatible» al servicio militar.

Algún día contaré algunas de aquellas mentiras.

Pero algo saqué de todo aquello. Algo muy importante, algo que cambió para siempre mi vida, mi forma de entender las cosas. Uno de los pocos días que tuve que ir al cuartel para que me renovaran la baja, me encontré con una gatita muy pequeña color canela que enseguida vino hacía mí. Aquello sí que fue un flechazo.

Me la llevé a casa pese a saber que mi familia me pondría pegas, pero me dio igual.

La llamé Perla, en honor a Pearl Jam, uno de mis grupos favoritos.

Al acabar la mili, me fui a vivir con la que entonces era mi pareja a una casita muy humilde en Vallekas.

Perla llenaba mis días con su mal genio y magia. Conocer el mundo de la gata fue una manera de conocerme a mí mismo.

Al poco llegó Michi. Michelle, por Michelle Pfeiffer, que en aquellos días protagonizaba Catwoman en ‘Batman’. Michi tenía una especie de máscara en los ojos parecidos a los de la Pfeiffer.

Luego llegó Mimo, un gato negro precioso y muy fuerte. Mimo era el gato de mi ex, al final me lo quedé yo.

Era un gato espectacular.

En unos de esos lances de la vida, me tuve que ir a vivir con mi hermano a su casa. Allí vivían también Canu y Chuky, dos machos muy chulos. Así que en aquella casa, que era un ático, vivíamos mi hermano, cinco gatos y yo.

Apenas fueron cinco meses, tiempo más que de sobra para que el golfo de Canu se liara con Michi y tuvieran una camada.

Yo tenía la idea de quedarme al menos uno. Lo guapo fue que nacieron sólo dos gatitas.

Decidí quedarme las dos.

Eran Alice y Chains…

Al nacer las gatitas, Michi, toda una madraza, se volvió muy arisca con el resto de los gatos y un día Mimo decidió no volver.

Mi hermano y yo estuvimos toda la noche buscándolo, pero Mimo no volvió nunca.

Era fuerte y cariñoso, estoy seguro que se montó una vida chula allá donde estuviera.

Meses después me pillé una casita mucho más guapa en el Puente de Vallekas, cerca del bulevar.

Y allí vivimos las gatas y yo como una familia.

Perla, Michi, Alice, Chains y yo formábamos una manada de puta madre. Y pasaron tantas cosas guays que cuando veo y recuerdo aquellos días me cuesta encontrar otros más felices.

He vivido con ellas en varias casas, sin separarnos, esporádicamente pasé algunas semanas alejado pero nunca dejamos de estar juntos.

15 años dando vueltas por Madrid…

En el 2008 con la puta crisis de los cojones tuve que volver a vivir con mi hermano un par de meses, pero al final me quedé en su casa con sus gatos también. Nuevo récord: Yo y seis gatos.

Perla, Michi, Canu, Chuky, Alice y Chains. Y he de decir que, aunque daban mucho trabajo, la recompensa era infinita.

Fueron años de puta madre.

La primera en irse fue Perla, con 18 años. Estaba genial, no tenía nada y en 10 días empezó a no querer comer, a estar rara. Adelgazó mucho, el veterinario me dijo que era la edad, que estaba consumiéndose, que ya era su hora.

Ya digo, en 10 días Perla se fue dejando llevar hasta un fatídico 20 de abril en el que tuve que llevarla al veterinario…

No mucho más tarde Alice, mi pequeña y joven Alice, sufrió un derrame y, aunque se recuperó unos meses, le volvió a pasar algo. El 10 de agosto estando en la playa, me llamó mi hermano y me vine para Madrid. Pasé toda la noche en vela con mi Alice abrazados. Fue muy emotivo.

Qué mermado me sentí. Era increíble que en una casa con cuatro gatos, se notara tanto la ausencia de Perla y de Alice. Qué hueco más raro era ese que quedaba entre mis piernas y que los demás gatos respetaron.

Michi estaba muy vieja, siempre fue la gata más débil. Por esas fechas estaba sorda como una tapia, estaba empezando a irse.

Con las vacaciones a un par de semanas, que no eran solo unas vacaciones, puesto que al volver ya no volvía a la misma casa, me mudaba a esta, en la que aún sigo. Al irme también me separé de Canu y de Chuky. Canu también se acabó yendo y Chuky aún ruge, pero está lejos, muy lejos…

Un 8 de julio llevé a Michi por última vez al veterinario que para mí se había convertido en un macabro tanatorio.

Y al volver, allí estábamos, Chains y yo. Empezando por enésima vez.

He intentado dar a Chains todos los caprichos del mundo, es mi única gatita.

Este año ha sido maravilloso, ha sido una verdadera luna de miel.

Siempre supe que la distancia que tuvimos Chains y yo cuando estábamos todos juntos, sería un día saldada. Siempre fue la gata más despegada, la más introvertida. Pero siempre supe que iba a ser la última.

De unas semanas a estos días he notado que estaba adelgazando, que tenía diarrea…

No me lo esperaba, aún no. Perla y Michi llegaron a los 18 en muy buenas condiciones… Chains tiene 15… Y estaba tan alegre apenas hace tres semanas…

En estos días le están haciendo pruebas, no tiene buena pinta…

Le iban a dar quimioterapia, pero la analítica ha dado resultados muy malos… Aún no sabemos si tolerará un tratamiento tan agresivo.

La noto distante. Está huidiza, escondiéndose todo el rato. Se mete debajo de un mueble…

Me mata.

La tengo que medicar y he de ponerla vía oral unos jarabes. Tengo que hacerlo con una jeringuilla y no le mola nada.

Me rehuye…

Espero que la medicación termine por hacer efecto y empiece a estar más alegre. Necesito despedirme de ella despacito. No puedo forzarla mucho a que esté más cerca de mí, por eso intento agradarla lo máximo posible con comiditas ricas y los mimos que se deja hacer.

Con Chains se va mucho más que mi gatita y eso por sí solo es una mierda gigante, una mierda tan grande que no se ve el final de su tamaño.

Mi Chains, ahora que estábamos solos… Tan bien, tan ricamente. Ahora que comía sobrecitos caros todos los días, que tenía su sitio en el sillón para ella sola, su hueco a los pies de la cama…

Joder…

Pero con Chains se van muchas más cosas, se lleva con ella un tiempo, una época, una vida entera.

De los 19 años hasta mis casi 40…

Amigos, amores, desamores, noches de flipar, noches de mierda… Se van tantas cosas…

Hace unos días que me la lleve a Cabo de Gata, el rincón donde tanto me gusta perderme.

Quería que viniese conmigo, que viese el mar.

Al llevar a Chains, llevaba de alguna manera también a Perla, a Michi y a Alice.

Siempre quise hacerlo.

…Y Chains conoció el mar, su brisa, su olor.

Jugueteó por la playa, se mojó las patitas y estoy seguro de que disfrutó.

Sentí que pagaba una deuda que tenía.

«Cabo de Gata, esta es Chains. Chains, este es el Cabo de Gata»…

Ha sido un placer difícil de describir…

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Sin duda, mis grandes amores han sido ellas, mis gatas.

Si viviera otra vez y me dieran a elegir no lo dudaría un segundo.

Viviría mi vida con mis gatas.

Ha sido fantástico. Un sueño.

Y ahora, aún no sé muy bien qué hacer.

Quiero tomarme mi tiempo para digerir todo esto.

El llegar a la casa y no encontrar a ninguna de mis gatitas…

No sé a qué suena ese silencio.

No se trata de esconder los platos de colores… Son los huecos donde al mirar ya no están…

Ni ellas, ni yo…

Mis gatitas… Mis mejores años… Todo se quedará en la fría mesa metálica de un veterinario por Vallekas.

bluebird Comunicación
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