Mi sangre acarrea letras
dentro de mi cuerpo.
-Gioconda Belli-
No hay mejor manera de comenzar el cuaderno de la ballena que cuando está húmedo. Un domingo más, vuelvo a intentar encauzar una vida dispersa. Intento ordenar las ideas que enmarañan el pensamiento. El alma sufre enjaulada en la penuria de la indecisión. Necesito escribir para ordenar, afrontar, resolver y destruir problemas. El atolondramiento de la confusión nubla la vista y la vida. Cuando me enfrento al cuaderno de campo de mi existencia vienen recuerdos, melancolía, emociones y nostalgia en formación para batallar de frente y sin especular: blitzkrieg. Tropas de asalto experimentadas sobre mi primera línea de defensa. ¿Podremos resistir la embestida o sucumbiremos por alguno de los flancos?
¿No estará el cuaderno húmedo por las lágrimas de la derrota prematura? Cuando llega el momento de comenzar el diálogo conmigo mismo, el paso de la ingenuidad a la ciencia es corto y débil. Los períodos de crisis y conflicto son perfectos para el análisis. Sólo las aguas revueltas remueven el fondo y afloran el fango de las profundidades. Cuando todas las fuerzas ocultas de nuestro interior se movilizan y salen a la luz, es el mejor momento para estudiarlas y comprenderlas. Los seres impulsivos damos tumbos para mantenernos rectos, para permanecer firmes. Es el equilibrio de quien sufre vértigo a vivir. La marcialidad del soldado previa a la próxima incursión en territorio enemigo.
Pienso en la existencia más allá de la batalla diaria por la supervivencia. Sentir algo más que la cabeza dando vueltas en tu acelerador de partículas y emociones. Vueltas en el revólver que juega a la ruleta rusa ¿Qué importa lo eterno si tenemos los instantes efímeros? Degustar un instante y dejarlo pasar, para llegar al siguiente y así, uno tras otro, sin descanso, sin tregua. Una sonrisa de complicidad porque no disparaste tu última bala. La verdadera felicidad. La eternidad de nuestra finitud. Acariciando el filo de la navaja, sólo un corte es excitante. Vivimos porque sangramos.
Me resulta imposible comprender la larga cadena causal que me permiten estar un domingo más aquí, frente a ustedes, en la barra de bar de nuestra taberna dibujando las primeras líneas del lunes en nuestro cuaderno de tinta electrónica manchado de vino y amargura. Me siento agraciado. Siempre he sentido la necesidad de abrir nuevas sendas, de andar caminos inexplorados. Esa hoja de ruta me ha llevado hasta ti un domingo más. Quizá lo que busco ya lo llevo conmigo cuando me lanzo a la próxima misión suicida de la semana que comienza. Quizá no hay nada más en ese horizonte ignoto que diviso que mi reflejo ¿Nos encontraremos al otro lado? Casa Maravillas.
La ilustración que acompaña a este artículo es de Daniel Crespo.