Me llena de orgullo y satisfacción dirigirme a todos mis conciudadanos tras mis seis meses de reinado. Ha sido difícil, lleno de altibajos. Y “altialtos” también, no todo han sido penurias mis queridos españolitos.
Ya nadie se acuerda de lo que parecía el triduo en honor a San Antonio y su correspondiente verbena (17, 18 y 19 de junio) con la tabarra que me disteis todos y cada uno de los que conozco. Mi padre, el gran Rey soberano, “adjudicó», digo abdicó en mí, su primogénito varón (y gracias a que soy hijo único). Ese día, el 2 de junio, jamás lo olvidaré. Comentarios tales como “Felipe, convoca elecciones” o “Felipe, escucha a tu pueblo, tú eres diferente y mucho mejor que el antiguo rey”, los escuchaba allá donde iba como un eco. ¿Eco? ¿Dónde está el eco? El eco está en los que saben escuchar y elegir el camino más acorde a sus posibilidades. Panda de ilusos incompetentes, si de verdad me conocierais y si de verdad supierais quién carajo soy yo, nunca me diríais cosas positivas.
Lávense la boca todos para hablar de mí como el rey y no como el príncipe. “¡Oh mi príncipe!”.
No quiero volver a escuchar las “gracietas” esas de los universitarios, tan graciosos ellos en las que me mentaban de manera irónica y suspicazmente “vas a echar años en la carrera hasta que el Príncipe te firme el título”. Pues bien, amig@ universitari@, ya es hora de que vayamos acabando los estudios y marchándonos del país para dejar paso a las no jubilaciones.
Os tengo ganados a todos, los buenos, los mejores, los excelentes, los que pagáis impuestos acordes a vuestras posibilidades o los que mendigáis estupideces y os creéis vanagloriados con saber opinar de política cuando no tenéis ni idea… y lo sabéis.
Deberían enterarse ustedes que estoy pre-parado para recitar el discurso —del Rey— y que como regla general, y eso no va a cambiar jamás mientras yo sea rey, será visto y oído en todos los hogares de España entre gamba y gamba.
Esa es la verdadera España que está de acuerdo con su rey y no con su gobierno. Un rey siempre ha sido el ejemplo visible de una nación. Solo faltaría que un servidor se pusiera también al frente del Gobierno, como si no tuviera o tuviese bastante con ser rey. Yo soy un miembro ejemplar, único en el mundo como el jamón (de COVAP, por supuesto) y tardará muchísimo tiempo la vida en crear una persona tan bien pre-parada y que me llegue a la suela del 47’5 que calzo. Y eso muchos de vosotros ya no lo veréis, porque seré eterno como el Fary, Los Beatles, Love of Lesbian o León Benavente.
He dicho.