«Sí, prometo acatar la Constitución hasta que los ciudadanos de mi país la cambien para recuperar la soberanía y los derechos sociales». Con esta frase, el flamante eurodiputado de Podemos, Pablo Iglesias, tomó posesión de su acta en un acto en el Congreso de los Diputados.
Hasta ahí todo normal pero nada sorprendente. Tampoco sorprendió ver cómo eurodiputados y diputados de otros grupos (especialmente del PSOE) corrían alegres y contentos para fotografiarse con Iglesias. Era de esperar, podrían pensar algunos, que tienen claro que, pase lo que pase con la secretaría general, los socialistas tirarán los tejos a los chicos de Podemos.
Pero centrémonos en la frase de Pablo Iglesias. Acatar la Constitución. Después de pronunciarla, tertulianos y tertulianas de todo el espectro mediático prosistema (que prácticamente es TODO el espectro mediático) se lanzaron al cuello de Iglesias como si hubiera cometido un crimen imperdonable.
¡La Constitución no se toca! ¿Cómo osa este individuo a dudar de nuestra norma jurídica suprema? ¡La garante de la estabilidad de España! ¡La que todos los españoles refrenderan! ¡La que nos sostiene!
Sí. Cosas como estas salieron de la boca de opinadores y opinadoras por todas partes. Pablo Iglesias decía en el Congreso de los Diputados que hay que cambiar la Constitución y se forma la locura suprema.
Pero ahora toca el momento de hacerse una pregunta: ¿por qué estos señores no se echaron las manos a la cabeza cuando en agosto de 2011 tanto el PSOE como el PP cambiaron la Constitución por sus santos cojones? Es decir… Para contentar al FMI, los bancos, los famosos mercados, etc. ¿Dónde estaban esos señores despotricando contra unos Zapatero y Rajoy que habían decidido cogerse de la mano y cambiar la Constitución intocable?
Los mismos que se echan las manos a la cabeza cuando miles de personas piden un referéndum en las calles para cambiar a la Constitución o critican a Pablo Iglesias por atreverse a decirlo en el Congreso, son los que aplaudieron la actitud valiente de Rajoy y Zapatero (juntos como hermanos, miembros de una Iglesia) para acometer aquel cambio necesario para España. Y en un tiempo récord, con nocturnidad y alevosía.
Esta semana que arranca se hablará mucho de la Constitución. Con la coronación de Felipe, la neoinviolabilidad de Juan Carlos, las fotos de Rubalcaba y Rajoy… Se volverá a decir que hay que acatar la Constitución, se apelará al consenso (¡ay, el consenso!) y se nos dirá a todos que aplaudamos a Felipe VI que, de lo preparado que está, será el garante de mantener el orden constitucional por los siglos de los siglos.
La ilustración que acompaña a este artículo es de Raquel G. Ibáñez.
Nunca te olvides de la agosticidad. Como les gusta trabajar en agosto,hacer horas extras, por el bien de la sociedad civil.
PPSOE gobernando de la mano. No nos queda tanto para vivirlo