Ha sido en Valladolid, Bilbao y Paterna (Valencia), pero podría haber sido en Madrid, Salamanca o Aranda de Duero. Dos mujeres y un hombre han sido asesinados, otra mujer herida, en tres casos de violencia machista. Dos de los tres agresores se han suicidado. En una de las viviendas donde han sucedido los hechos había niños. Todo esto sucedió ayer. En menos de 24 horas.
Porque el terrorismo machista parece ser el crimen que no cesa. Un suma y sigue macabro, que nos hiere a todas. Una tortura que queda relegada al olvido hasta el siguiente caso que aparezca en las portadas de los periódicos digitales. Hasta la próxima. Porque, no nos engañemos, mientras sigamos viviendo en una sociedad machista, seguiremos sufriendo crímenes machistas. Cuestión de educación. De todos.
Quizá si cada vez que una de nosotras fuese asesinada se hablase de ello como si de un crimen de ETA o del Frente Atlético se tratase, quizá entonces tomasemos conciencia de la gravedad de este asunto que han sufrido 62 millones de europeas. 62 millones. No comprendo tanta indiferencia cuando la próxima puedes ser tú. O tu amiga. O tu hermana.
Pero, claro, vivimos en un mundo en el que las mujeres, por el hecho de serlo, ganan menos dinero que los hombres; un mundo en el que somos víctimas de acoso sexual sin darnos cuenta de que lo somos o, peor todavía, en el que te enseñan a sentirte halagada por serlo; un mundo en el que todavía hay juguetes para niños y otros para niñas; un mundo en el que las tareas del hogar siguen siendo responsabilidad de las mujeres; un mundo en el que no se enseña a no agredir, sino a protegerte de la agresión…
Un mundo que debemos reconstruir entre todos. En igualdad. Empezando por la educación que les damos a nuestros hijos y acabando por la protesta social. La indiferencia nos hace cómplices.
