¿Qué más tiene que pasar?

Cuando despertó, el bipartidismo todavía estaba allí. Aquí.

¿Cómo es posible?

Amanece el día después de las elecciones generales y todavía no damos crédito a lo que vivimos anoche. La cara de ilusión con la que amanecimos ayer, con la que fuimos a votar, con la que preparamos palomitas a las ocho menos cinco de la tarde, se ha transformado. De optimismo a idealismo y de ahí a gilipollas. Justo eso, se nos ha quedado cara de gilipollas.

Y bajo los adoquines no había arena de playa, sino españoles, que son muy españoles y mucho españoles. De bien. De los que convierten al Partido Popular en el más votado y al PSOE en la segunda fuerza política.

Los dos partidos de la corrupción, los que modificaron el artículo 135, los que han suicidado personas, los que nos han desahuciado, los que nos han estafado, los que nos han robado, los que se han reído de nosotros, los que han dejado a una generación sin futuro y a otra sin presente, los de los EREs, los de la Gürtel, los de las tarjetas black, los de las preferentes, los que han recortado en Sanidad y a los que no les interesa la Educación.

Esos. Esos malnacidos han vuelto a ser los más votados en unas elecciones generales en este gran país llamado España, donde ya no sabemos qué más tiene que pasar.

De verdad, ¿qué más tiene que pasar? ¿Tienen que entrar casa por casa a robarnos las joyas de la abuela para que nos demos cuenta del tipo de calaña que son? ¿Tienen que desconectarnos la máquina de hacer mamografías cuando ya nos hemos quitado la camiseta? ¿Tienen que “jugar” con nuestros hijos a quemar sus cuentos en su presencia?

¿Qué? ¿Qué más tiene que pasar para que, tristemente, la vida no siga igual? Nos aterra pensar que nos falta dignidad y que mañana, al despertar, el bipartidismo, los sinvergüenzas, seguirán estando aquí.

Fotografía: Joan Sorolla ©

bluebird Comunicación
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