Me siento a escribir sobre Podemos y caigo en la cuenta de que no tengo ni idea de qué decir además de que no los he votado. Pero entonces echo la vista atrás y me veo, tres años antes, en la Puerta del Sol, con miles de gusanos de colores dentro del estómago creyendo que había llegado el momento, que, por fin, íbamos a cambiar el mundo, que esa cualquier noche en la que iba a salir el sol sería esa misma noche, una de ellas, que debajo de los adoquines habría arena de playa.
Pasaban los días, los meses y hasta los años y, aunque seguía pensando que a este sistema cruel e injusto lo único que le quedaba era morir (mejor dicho, que lo matásemos) me desencanté. Me desencanté a golpe de reforma laboral y constitucional, de hastío, de pena y hasta de asco. Me desencanté porque no fuimos capaces de arrancar los putos adoquines. Me desencanté porque descubrí que los quijotes nos habíamos hartado de luchar contra molinos. “Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos (…) Todo el mundo está cuerdo, terrible, monstruosamente cuerdo”. Lo decía León Felipe.
El domingo algo resurgió dentro de mí. Creo que fue en el momento en el que vi a Cospedal diciendo que el Partido Popular había ganado las elecciones, con cara de no estar creyéndoselo ni ella misma. Ni en directo ni en diferido. Las elecciones las perdió el régimen bipartidista. Las elecciones, por lo tanto, las ganaron los ciudadanos.
Soy una romántica, una soñadora, una optimista, una gilipollas quizá, pero me gusta pensar que el triunfo de Pablo Iglesias es un primer paso. Una consecuencia de aquellos días en la Puerta del Sol, con el corazón latiendo fuerte y la piel erizada. Que durante aquellos días descubrimos, aterrados, que nos estaban estafando. Pero que también durante aquellos días decidimos que no íbamos a dejar que siguieran haciéndolo, que existe otra manera de entender y hacer política, que, después de todo, otro mundo es posible. Tenemos el sol. Ahora queremos la luna.
Bravo Pilar.
Descubrimos que nos estaban estafando, y seguimos igual de estafados y sin hacer nada. Lo de las elecciones ha sido sintomático del desapego de la ciudadanía a los grandes partidos, o el desapego directo al poder. Nada más. La revolución que aquellos días se mascó ha muerto, vive en unos pocos, pero con más idealismo que realidad y no han sabido contagiar al resto.
No hay revolución posible dentro del régimen, al menos no sometiéndonos a sus instituciones, votar no nos va a salvar. Y no sera por falta de odio, que ha circulado estos días de un lado a otro: No sé cuantas veces he visto «Gilipollas» para referirse a los no votantes.
Estamos focalizando mal he odio. Y esa es su victoria.
El no votante no es el gilipollas. No es el que te roba. No es el que se ríe de ti.
Es el momento de cambiar a todos los tertulianos políticos por historiadores. Es el momento de contar la historia, hace más falta que nunca.
¿Pero quién se atreve a poner palabras a lo que está pasando? Ya ha pasado. Pero la gente no está preparada para saber lo que se nos viene, ahora menos que antes.
«Vive en unos pocos, pero con más idealismo que realidad»… Justo eso es lo que he intentado explicar. Así es, al menos, en mí. Y es precisamente a esos, a los que se sienten como yo, son a los que he llamado gilipollas, insultándome a mí misma. Porque sí, porque es un tópico, pero mientras sigamos haciendo la revolución a golpe de smartphone no vamos a cambiar una mierda. ¡Ay, el ‘Ensayo sobre la lucidez’ de Saramago! ¡Ay!
Pues, pues… podría decirse que con gente de Podemos en el poder la gente de este medio jamás podrá hacerse millonaria haciendo su trabajo, ya le eche todas las horas desde la creación del universo y demuestre talento a espuertas. Tampcoo podrá ser libre si tiene éxito. Eso para empezar. Lo que no es poco. Pero hay más. Con gente como Podemos en el poder, el Madrí ultraliberal de mi queridísimo Juanlu no podrá fichar ni a efebos ronaldos ni a potemkines bales, jugará con gente de la cantera y será aplastado por el Barça independiente sostenido por todos los resortes del nacionalismo.Y esto creo que ya es demasiado para algunos.
Y quién quieres hacerse millonario? Por qué? Para qué? Que podamos tener otro mundo empieza precisamente por el cambio de mentalidad urgente que necesitan esos que piensan que el fin de cualquier cosa tiene que ser necesariamente el dinero.
De verdad que no entiendo esa animadversión a Podemos por parte de la mayoría de pseudo periodistas y contertulios aficionados. Deberíamos estar contentos de que la gente se haya movilizado en contra del tipo de política y políticos que han arrasado nuestra piel de toro. Podemos es un soplo de aire fresco ante tanta podredumbre. PPSOE ya nos han enseñado lo que saben hacer, lo suyo no han sido utopías, ha sido algo peor. Han destrozado la vida y la esperanza de toda una generación. ¿ Qué le queda ahora a esa generación, seguir confiando en ellos o derribar el tenderete que han montado en todos estos años ?. Si yo tuviera 30 años menos y un poco menos de acomodo, no tendría ninguna duda, ni me faltarían las fuerzas para arrancar esos ladrillos y seguir buscando la playa.
Toda esta gentuza lo que tiene es miedo de que estos indignados no sean solo cuatro perroflautas cargaditos de litronas. Tienen miedo de que no sean solo ellos, de que también sean sus padres los que crean que se puede cambiar algo, que se olviden de que hay más pájaros que la gaviota y más flores que la rosa. De que otra democracia y otra forma de dignidad es posible. Y sí, PODEMOS, ya sea con este parlanchín de la coleta o con la fuerza que todo pueblo exterioriza cuando está harto de que le toquen los cojones.
Yo quiero hacerme millonario. Más que eso, multimillonario. ¿Para qué? Para esto, para lo otro, para lo de más allá. Para todo. Lo que sucede es que no tengo talento ni cojones para arriesgarme. Pero si yo tuviera talento, ay, si yo tuviera talento sería rico, multimillonario. Y quedaría con Sofía Coppola y Bill Murray para tomar café en Japón mientras escuchamos a New Order. ¿Y a ti, Pilar, no te gustaría ser millonaria para acompañarnos?
Besitos.
Tener talento para hacerse millonario… Otra gran mentira del capitalismo. Hay auténticos lerdos con mucho dinero, la mayoría seguramente.
No, yo soy feliz tomando café en el bar de siempre con mi gente de siempre.
Ya, ya, si todos los millonarios son imbéciles, pues vaya lástima para los listos entonces. Pues no, el 99% de los millonarios son más inteligentes que el común, por eso precisamente son millonarios, porque son capaces de hacer lo que otros no harían ya nacieran mil veces.
En fin, yo también soy feliz con lo que tengo. Lo cual no quita que lo sería aún más si me fuera en un avión privado a tomar café a Tokio con Bill Murray y Sofía Coppola mientras comentamos si el Fever del último disco de The Black Keys merecería o no formar parte de una imposible secuela de Lost in traslation.
Si piensas que el 99% de los millonarios son más inteligentes que «el común» como si ellos fueran sobrenaturales, no tengo nada más que decir.
No sé en qué hueco caigo, al cabo, el común es un concepto estadístico, como la moda. Mas, ¿acaso Franzen, Dicker y Auster no son millonarios por su talento y por las bondades del capitalismo? ¿Gates, Jobs y Zuckerberg son unos imbéciles tocados por la suerte? Y Cristiano Ronaldo, ¿es un patán Cristiano? A lo mejor quien no tiene nada más que decir soy yo.
Cierto. No hay datos que relacionen el nivel de riqueza con el coeficiente intelectual. Distinto es el acceso a la educación y el hecho de que un porcentaje bajísimo de individuos hayan conseguido traspasar los problemas estructurales que conlleva el capitalismo. Estoy contigo, Pilar.
Querido Chaplin, no había reparado en esta tu frase: «Si yo tuviera 30 años menos Y UN POCO MENOS DE ACOMODO…
¿Cuántas veces te he dicho que eres un genio? ¿Un millón, dos billones? Yo diría que más.