Desde hace tiempo venían diciéndonos que Felipe de Borbón iba a ser el rey mejor preparado de la historia de España, y desde la abdicación del rey no se habla de otra cosa. Eso está bien. Lo primero de todo, no voy de monárquico por la vida ni mucho menos, pero creo (al menos mientras escribo esto) que Felipe acabará coronado. Otra cosa es que en él acabe la monarquía, que también lo creo. Y ya que va a estar (y hay que amortizarlo), pues mira, vamos a darle uso. Es una persona que domina idiomas, y mientras nosotros mandando a eventos internacionales a políticos que no se defienden ni en inglés. No sé en lo demás cómo estará de preparado, la verdad, pero al menos si va a representar a España que lo haga en condiciones, no como hasta ahora que hemos sido el hazmerreír de Europa y del mundo.
A lo que vengo no es a hablar del rey, es a hablar de la preparación para gobernar. ¿Por qué no exigimos esa misma preparación a presidente, ministros y demás gente que nos gobierna? Un mínimo demostrable de conocimiento en lo que van a hacer. Desde mi punto de vista, un gran fallo de este sistema es que cualquiera puede ser político. Una cosa es la igualdad y los derechos, y otra el sentido común. Tú puedes ser político si quieres hacer algo por tu país,ahí no me meto, pero fórmate antes. ¿Acaso un médico está ahí solo por querer ayudar a las personas? Eso es el principio, después viene una larga formación. Pues aquí igual.
Para ocupar un cargo de político, como puede ser concejal, alcalde, diputado, senador, ministro o presidente del Gobierno, no es necesario ningún tipo de estudios. Para ser miembro del Gobierno se requiere ser español, mayor de edad, disfrutar de los derechos de sufragio activo y pasivo, así como no estar inhabilitado para ejercer empleo o cargo público por sentencia judicial firme. Un político que va a estar en eventos internacionales, ¿qué menos que maneje el inglés? Alguien que vaya a ser ministro de Sanidad, ¿no debería tener una carrera relacionada con la sanidad? Pues no, tenemos a simples economistas que deciden qué es necesario y qué no, y nos tenemos que creer que saben del tema y son conscientes de lo que nos quitan o nos dejan. Pon un economista en el Ministerio de Cultura y pondrá a Justin Bieber por encima de Beethoven porque vende más discos. Y en lo suyo no se equivocaría, pero es que no trabaja en lo suyo.
El otro inconveniente es el sueldo Nescafé para toda la vida. Con esto no conseguimos que el político de turno se esfuerce más en hacer su trabajo (va a cobrar igual), si no que cualquiera aspire a entrar en política sin motivación alguna, solo como un empleo extremadamente bien pagado. Volvemos a lo de antes, cualquiera puede entrar en política y, según los requisitos, yo mismo podría ser presidente del Gobierno. Mi motivación, el sueldazo y dejar mi vida arreglada. ¿Cómo lo haría como presidente? Fatal. ¿Me querríais como presidente? Yo tampoco.
No podemos dejar el mando de un país a alguien que no sabe cómo hacerlo, sea del partido que sea. Ponerse un traje y decir a la gente lo que quiere oír no te convierte en líder, solo hace creer que lo eres. Y así nos va.