Esta semana ha vuelto a ser 20 de junio, Día Mundial del Refugiado. También ha sido la semana en la que asistimos, con estupor, a la noticia de que la Unión Europea sería galardonada con el premio Princesa de Asturias por su solidaridad. Sí, esta Europa desmemoriada, en la que —recuerda Save the Children— más de 26.000 niños refugiados se encuentran en una terrible situación. Viven en degradantes condiciones, atrapados en los Balcanes y en Grecia, como resultado del acuerdo entre la Unión Europea y Turquía y el cierre de fronteras. Aquel acuerdo de la vergUEnza.
Tal y como explica en un comunicado la ONG, en los Balcanes se estima que hay unos 3.000 niños refugiados, de ellos más de 1.300 están solos y corren el riesgo de sufrir explotación, violencia y tráfico de personas debido a las restrictivas políticas fronterizas y a los inadecuados sistemas de protección.
«En algunos casos, incluso cuando se les identifica, se les coloca en instalaciones con adultos que no conocen o en condiciones de detención», continúa exponiendo la organización. Esta situación causa tal desesperación en los menores que se ven empujados a caer en manos de contrabandistas y traficantes de personas, que son vistos por los niños como su única salida para escapar de los centros y poder seguir su camino. Algunos menores son explotados por los traficantes que les obligan a trabajar para recaudar el suficiente dinero para continuar su viaje hacia otros países europeos, dejándolos expuestos al abuso.
«No hay rutas seguras y legales para llegar a Europa. Muchos menores optan por alejarse de los sistemas de ayuda gubernamentales existentes y frecuentemente permanecen fuera del alcance de las organizaciones humanitarias, a veces manipulados o amenazados por los contrabandistas, lo que aumenta su invisibilidad y los riesgos de violencia, abuso y explotación», alerta Andrés Conde, director general de Save the Children en España.
En toda Grecia hay más de 23.000 niños refugiados atrapados como resultado del acuerdo entre la UE y Turquía. En las islas griegas miles de familias y más de 5.000 niños viven en centros similares a los de detención. Save the Children alerta que las malas condiciones en las que se encuentran estas instalaciones están afectando gravemente a la salud mental de los niños. A largo plazo estos podrían padecer depresión, ansiedad, estrés postraumático y dolencias físicas como la diabetes o enfermedades cardíacas.
En este contexto, nos unimos a la organización para pedir al Gobierno español que cumpla con el compromiso de reubicación asumido ante la Unión Europea, que evitaría que sigan atrapados en estos países o que para alcanzar su destino tengan que ponerse en manos de redes de traficantes.
No hay que olvidar que en mayo de 2017 solo había llegado a España un 7’5 por ciento de las 17.337 personas que se comprometió el Gobierno español a acoger antes del 26 de septiembre de este año.
No olvidemos.