«Hace dos años el mundo se estremeció al conocer la cifra de los 10.000 niños migrantes que habían desaparecido al llegar a Europa. Hoy, las políticas nacionales y europeas son aún más restrictivas y los peligros para los niños son aún mayores», afirma Ester Asín, directora de Save the Children para la Unión Europea.
Tremendo.
Por eso, esta semana la organización se ha encargado de recordar que cerca de 800.000 niños han solicitado asilo en la Unión Europa en los últimos dos años, de los que 150.000 estaban solos. En su último informe, ‘Poniendo a los niños primero‘, analiza los peligros a los que se enfrentan los niños, tanto en su viaje como una vez que llegan a Europa, y las medidas restrictivas que les impiden recibir la protección que necesitan.
En este sentido, los niños que intentan cruzar las fronteras en los Balcanes Occidentales son frecuentemente víctimas de devoluciones en caliente por parte del personal de fronteras, lo que les obliga a buscar formas clandestinas de cruzar, mucho más peligrosas. En los centros de recepción en Grecia los niños viven en condiciones parecidas a las de una cárcel, esperando las decisiones sobre sus solicitudes de asilo, en muchos casos durante más de un año.
Save the Children ha presenciado intentos de suicidio y autolesiones de niños de tan solo nueve años en los centros griegos. Los problemas mentales son comunes entre los niños migrantes y refugiados en Europa. En Suecia, el pasado mes de febrero, siete niños refugiados intentaron suicidarse, tres de ellos lo consiguieron.
«Aunque la Comisión Europea y los Estados Miembros han manifestado su compromiso con la protección de los menores refugiados y migrantes, poco efecto tendrá si viene acompañado de políticas fronterizas que obligan a los niños a pasar largos periodos de tiempo en centros de detención, con permisos temporales que solo les provocan más inseguridad o que les devuelven a países donde su seguridad no está garantizada», añade Asín.
Muchos estados europeos se están aprovechado del concepto de «crisis de refugiados» y del auge del sentimiento antiinmigración para aceptar cada vez menos solicitudes de asilo. Hoy Bélgica, Suecia, Dinamarca, Eslovenia y Polonia aceptan menos solicitudes que en 2012-2013, mientras que Grecia e Italia representan casi un tercio de todas las solicitudes.
Los niños pagan un alto precio por esta gran falta de solidaridad, arriesgando sus vidas en el mar o en el desierto a través de las largas y peligrosas rutas debido al aumento de los puntos de control, que cuentan con el apoyo de la Unión Europea. Además, el miedo a ser devueltos a sus países o a un tercer país desconocido les empuja muchas veces a los peligros de la clandestinidad.