El Gobierno español se comprometió a acoger a 17.337 refugiados antes del próximo martes, 26 de septiembre y, con el plazo a punto de expirar, sólo han venido 1.980. Esto ha provocado que miles de niños y sus familias se encuentren bloqueados en Grecia y en los Balcanes, atrapados en campos de refugiados, cuya estancia se termina alargando por la burocracia y la inacción de los gobiernos.
Para poner rostro a estos niños, Save the Children ha enviado al despacho del ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, los dibujos y testimonios de dos hermanos iraquíes, Yussuf, de 9 años, y Karim, de 11, que se encuentran atrapados en los Balcanes después de haber huido del horror del ISIS y de sobrevivir al naufragio de su embarcación en Grecia. Como ellos, miles de niños se encuentran desesperados sin que nadie busque una solución a sus vidas. Después de huir de la violencia, de sobrevivir a un naufragio y de perder a varios familiares, Yussuf y Karim se han pintado a sí mismos como los superhéroes que son y, en unos mensajes escritos a mano, cuentan lo asustados que vivían en Irak y cómo quieren seguir su viaje a Europa.
Junto con los dibujos, la ONG ha enviado una carta a Zoido pidiéndole que el Gobierno no abandone a los refugiados a su suerte y que, aunque el plazo haya cumplido, busque mecanismos para desbloquear las reubicaciones y los reasentamientos, sobre todo priorizando a los menores extranjeros no acompañados, de los que en los últimos dos años tan solo han llegado ocho dentro de la cuota comprometida. «El incumplimiento del compromiso por parte del Gobierno español ha provocado una regresión en los derechos de los niños refugiados, sobre todo de los menores que viajan solos. Estos niños son los más vulnerables, los que más han sufrido, y no hay ninguna voluntad por parte del Gobierno de traerlos a España, cuando hay plazas de acogida en las comunidades autónomas disponibles para ellos. Estamos abocándoles al dolor y a una vida sin futuro», señala Andrés Conde, director general de Save the Children.
El mecanismo de reubicación, introducido con el fin de aliviar parte de la presión que tienen Grecia e Italia, no ha conseguido desarrollar un procedimiento específico para los menores no acompañados. Además, debido a las trabas en el proceso de solicitud de asilo, solo sirios y eritreos han podido acceder al mecanismo de reubicación, mientras que afganos e iraquíes han sido excluidos, quedando un elevado número de niños en riesgo, ya uno de cada diez menores que viajan solos a Europa son de nacionalidad afgana.
En los Balcanes y en las islas griegas la situación es insostenible. Una nueva oleada de llegadas está provocando graves situaciones de hacinamiento, con hasta 16 personas durmiendo en tiendas pensadas para alojar a cinco, bebés durmiendo en el suelo y niños en condiciones muy peligrosas.
Durante el último mes han llegado en barco a las islas griegas cerca de 200 personas al día —la tasa diaria más alta desde marzo de 2016— desde zonas en guerra como Siria e Irak, saturando las instalaciones de las islas de Samos, Lesbos, Chios, Leros y Kos. Más de 6.000 personas han llegado desde comienzos de agosto, de los que el 40 por ciento son niños. Los lentos procesos de solicitud de asilo dejan a los refugiados atrapados en las islas de forma indefinida y las familias con niños se están viendo obligados a vivir en refugios improvisados con cortes de agua, sin apenas saneamiento ni baños. Las ratas y los insectos han invadido las áreas donde vive la gente y los cables eléctricos suponen un grave peligro para los niños.
La sobresaturación de los campos los ha convertido en lugares muy peligrosos para los niños, con casos frecuentes de violencia y abusos sexuales. Las largas estancias en estas condiciones exponen a los niños a daños psicológicos, altos niveles de estrés y ansiedad, depresión y autolesiones.
«Dos años después del comienzo de esta crisis, las madres nos cuentan que no pueden llevar a los niños al médico por las largas listas de espera. Hay embarazadas durmiendo sobre el barro y la mayoría de las tiendas alojan al triple de personas de las que deberían. Los niños no pueden vivir en un entorno así, su salud y bienestar corren grave peligro», denuncia Andrés Conde, director general de Save the Children.
Fotografías: Pedro Armestre / Save the Children ©
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