La realidad de Emilio Botín y las otras realidades

Ayer me encontré por casualidad una semblanza de Emilio Botín en Economíadigital. Revela que el banquero sale cada mañana de su casa siempre en un Mercedes blindado, aunque su flota (¡su flota!) está compuesta por coches de lujo de las marcas Audi y Lexus.

El 12% de los españoles que trabaja no gana lo suficiente para escapar de la pobreza, según un informe de Cáritas Europa.

Uno de los escoltas que lo acompaña lleva siempre debajo del brazo una maleta que contiene un desfribilador que deberá usar en caso de emergencia, si se produjera una parada cardíaca. Además, se rumorea que, durante sus traslados en avión privado, se preocupa de la distancia que lo separa del hospital más cercano.

Janeth de los Ángeles Beltrán Martínez, nicaragüense de 30 años, murió el pasado 23 de mayo en el Hospital Virgen de la Salud de Toledo tras cuatro horas esperando recibir atención médica. Como a tantos otros inmigrantes, le había sido retirada la tarjeta sanitaria.

A Emilio le gusta nadar y mantener sus músculos tonificados. Su piscina preferida es la de la sede central de Boadilla, donde el agua cae desde una pared de rocas, emulando una cascada que lo relaja especialmente.

Según datos del INE, los suicidios han aumentado en nuestro país un 11% en el último año.

Dicen que cena solo —adora las sardinillas Paco, con las que viaja allá donde va, y el vino— y que no derrocha nada. Es un gran ahorrador.

España es el segundo país europeo que menor capacidad tiene para reducir la pobreza infantil a través de las ayudas sociales. Lo dice el informe ‘Pobreza infantil y exclusión social en Europa: una cuestión de derechos’, elaborado por Save the Children.

Es un gran cazador y su casa está decorada con patas de elefante, cabezas de león, pieles de tigre, grandes cornamentas… A veces, incluso, no le hace falta apearse del coche para disparar.

Los cazadores españoles matan a alrededor de 30 millones de animales al año, gastando unos 9.000 millones de euros.

La imagen es de Mark McArdle ©

bluebird Comunicación
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