¿Qué te parecería si comenzara esta discoexcusa con un «hola qué ase» o, voy más allá, con un «fistro pecador»?
Supongo que se te pondrían como escarpias los vellos de vergüenza ajena. Como cuando un invitado cuenta una anécdota insultante que solo tiene gracia para él y, cuando termina y espera respuesta, el silencio que queda pide a gritos el chirrido de los grillos para completar tan incómoda escena.
Es el amigo que te manda por mail el último video con un chiste machista que ha visto en You Tube pensando que eso de los chistes machistas va a ser la próxima tendencia.
Hay personas que tienen ese dudoso don: el de abrir la boca y soltar sandeces que, para colmo, llegan siempre a destiempo, cuando a los demás no nos importa ya un carajo lo que digan.
Y creo sinceramente que es un sano ejercicio diferenciar entre aquellos que viven anclados en el pasado sin darse cuenta y esos que te sueltan la parida a destiempo y, en un alarde de chulería, te la quieren meter por el gaznate como piedra de molino de comunión.
El antiguo arte de dar asco
A esta alturas de la película, resucitando de entre los muertos, aparece uno que, de vivo, no dejaba de ser un zombie.
¿Pues no se presenta Gallardón ante la prensa y suelta que le da asco que se hayan retirado su reforma de la ley del aborto? ¿Perdona? ¿Asco? ¡Le dijo la sartén al cazo!
Esta perla la zampa un señor que opina que los jóvenes piensan que el aborto es un método anticonceptivo. Y así, de una tacada, se erige en representante de dios y sus leyes en La Tierra y, de paso, en conocedor de los pensamientos de los jóvenes.
Y esto lo suelta este boca chancla de neurona dispersa en un país en el que se investigan casos de violación a menores que hacen que su trivialización de la compleja realidad del aborto sea más insultante que nunca.
Lo suelta mientras el Ministerio del Interior todavía mantiene en su web los consejos anti violación que se comprometió a retirar porque son otra muestra más de la vergüenza machista que tenemos que aguantarles.
Y pone cara de asco (ojo, de sufrirlo, no por el innegable hecho de que lo produzca) defendiendo ciertos tipos de familia y ciertas responsabilidades que él supone que vienen con la propia maternidad sin más. Porque claro, después de nacidos, nos importan un carajo.
Más asco nos da a algunos que semejante engendro del pasado retorne ahora a la luz pública, con lo tranquilitos que nos había dejado, para que tengamos que recordar que, en este país donde se nos extermina, hay ciertos energúmenos con la boca enorme y que la abren para escupir sobre las mujeres en lugar de reconocer su miopía moral.
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Y para callar estas bocas machistas y enormes, nada mejor que estos Big Mouth, una enorme boca perteneciente a un grupo de Baltimore liderado por una cantante de actitud y voz punk que lanza las palabras bien masticadas, bien claras y bien alto.
Dentro de la nutrida escena de Maryland, ver a estas chicas en directo tiene que ser una experiencia.
Su Big Sound resuena en tonos menores y con vocalizaciones que planean sobre una guitarra que se defiende con soltura tanto en riffs melódicos como en espasmos de acordes.
Y, además, clavan su tempo de vieja escuela con una batería y un bajo eficientes y en su punto. Nada de filigranas. Punk y garaje contundente que abre la boca y te lo dice claro.
Efectivamente, te lo dice claro una mujer. Y yo me sumo. Y entre los dos, y entre todos, te lo decimos bien claro.
Cierra tu enorme boca, Gallardón, y retírate a tus paseos por el parque con el perro, que así llevarás, al menos, una boca que ladra sonidos más inteligentes que los tuyos.
Vaya hociquito…