Hace bien poco, a bordo de un taxi, tuve una suerte de dejá vú. El taxista, después de comentarme las horas que llevaba trabajando y lo agotado que estaba me dijo las ganas que tenía de ir ese finde a su parcela en el campo a descansar, que aquello sí que es paz; al hilo de una noticia que daban en la radio ( supongo que la COPE o Libertad Digital o algo parecido ) sobre la corrupción me dice “esto va a terminar como en el 36, ¿no cree?” , comienza el dejá vú porque creo que es la tercera vez que un taxista del mismo corte, mayor y de derechas me dice lo mismo. A lo que contesté : “no va a terminar como en el 36 por la sencilla razón de que usted tiene su parcela en el campo”. Sin meterme ya en consideraciones de que lo del 36 no fue precisamente una revolución popular sino un golpe de estado en toda regla. Y por ahí van los tiros de este texto, revolucionarios, lo que se dice revolucionarios, por aquí lo somos poco, oiga. Estamos jodidos, pero no desesperados.
Siempre es recurrente la encuesta típica de que los españoles somos pobres pero felices, básicamente por la amabilidad, el carácter, el clima … y es cierto, no lo niego, nos gusta más salir que a un tonto un lápiz, y realmente, aunque hay cada vez más casos realmente dramáticos, la masa crítica del país, la cada vez más vejada clase media, va saliendo mal que bien. No me voy a Cancún pero sí a Alicante, no salgo de copas pero puedo hacer una fiesta en casa, no tengo curro pero saco cosillas en B, no llegamos pero mi familia me ayuda con la hipoteca. Y sí, nos conformamos, y seguimos, y somos razonablemente felices. Pero pienso en países de nuestro entorno y creo firmemente que con una décima parte de lo que nos está cayendo se hubiera liado un estallido social de Dios es Cristo. ¿El clima? ¿el carácter alegre? No lo creo, más bien pienso en el carácter bovino del español.
A los romanos, y fíjense si me remonto lejos en el tiempo, ya les dejó un poco perplejos un rasgo de los íberos que no dudaron en calificar como “devotio hispánica”; básicamente esto consiste en que por muy bravos y fieros que fueran nuestros antepasados frente al invasor, ante su caudillo aguantaban carros y carretas. Corrimos a navajazos a los gabachos en la Puerta del Sol, pero aguantamos estoicamente al cernícalo de Fernando VII. En España nunca ha habido revoluciones como tales, sino levantamientos de facciones siguiendo a un líder alimentado realmente, las más de las veces, de sus propios intereses.
Un ejemplo claro y sangrante lo tenemos a la vuelta de la esquina como quien dice. En este suelo patrio aguantamos durante cuarenta años a un señor bajito y con bigote que hizo y deshizo como un patio de cuartel y nadie dijo esta boca es mía. Muy duro, sí. Es cierto, el PCE, la clandestinidad, miles de represaliados, los universitarios. Pero la gran masa del país estaba conforme. Quiero pensar que tan solo una pequeña parte eran afectos al régimen, la palabra para la masa es “conforme”. Franco, muy listo él, soltó la máxima de “mejor propietarios que proletarios” y cada español medio tuvo su pisito, su 600 y su mes de vacaciones. Me parece mal lo de perseguir a otros por sus ideas, me parece mal que se firmen sentencias de muerte en El Pardo, pero tengo paz y trabajo, y miro para otro lado. Así éramos, y así somos.
En España se es de un partido político como se es de un equipo de fútbol. Eres del PP o eres del PSOE, y luego ya los que somos del Valencia, del Sevilla … y por mal que lo hagan, por más mierda que les salpique, sobre todo en el caso de la derechona, su masa de votantes, aún reconociéndolo, les siguen votando, “anda que los otros” se dice, tenemos lo que nos merecemos.
¿Podemos? Pues no, no creo que podamos. Prometen cosas preciosas, casi inalcanzables, transparencia, igualdad… es cierto que han dado un golpe encima de la mesa inesperado de la mano de una gran masa de gente cabreada, pero me da que es populismo puro y duro en la medida de que realmente saben que no van a alcanzar nunca el poder y tener que cumplir esas promesas doradas. Hace poco, por motivos de trabajo, asistí a un “vino español” ( qué rancio me ha sonado siempre eso) en el que estaba lo más granado de los empresarios del IBEX ( más de 70 años, sobrepeso, puro, gomina y abrazos ) y mientras esperaba a un compañero periodista a que me trajera una cerveza de la barra pegué la oreja a la conversación de un corrillo de estos individuos, que realmente son quienes manejan el país. Hablaban de Podemos y uno de ellos dijo :”parece que pueden conseguir varios diputados, a ver si van a conseguir algo de poder, en alguna Comunidad, o como bisagra”, la respuesta de otro me dejó helado :”¿tú crees que les vamos a dejar?”. Pura verdad. La maquinaría mediática que tan bien conozco ya acusa a Pablo Iglesias de ser etarra, adorador del demonio y de transmitir el ébola. Y el PSOE contraataca con una izquierda pragmática, con propuestas realistas, experiencia de gobierno y un líder guapo y buen mozo. No, Podemos no llegará a nada, aquí saldrán los de siempre, y de facto, mandarán los de siempre, a la sazón, los señores del puro.
Devotio hispánica y ser mejores que los de fuera, muy español. ¿A qué quieres que te gane? Rafa Nadal y La Roja. Sol y buen humor. Pobres pero honrados, al menos los curritos, oiga, y felices. Y dicho esto, me bajo al chiringuito a tomarme una caña, que para algo estamos en verano. Ea.
Ese conformismo y ese mirar para otro lado del que hablas yo lo veo todos los días y si te digo la verdad me resulta muy doloroso. Es inhumano y desalentador. Que por un salario insuficiente se deje atrás la moral, la ética y a la abuela en la gasolinera, da la medida exacta de lo que somos y de lo que pueden hacer con nosotros.
Buena reflexión!