Los datos son demoledores: En Europa más de 25 millones de niños están en riesgo de pobreza o exclusión social, una situación cuyos efectos pueden perdurar toda la vida, según datos de Eurostat, la oficina europea de estadística.
Es la denuncia que, mediante comunicado, nos hacía llegar ayer Save the Children.
En nuestro país, las tasas de pobreza infantil siguen siendo de las más altas de Europa, situándose en la segunda posición de la lista de países europeos con mayor tasa de niños viviendo en hogares bajo el umbral de la pobreza, con casi un 30 por ciento (más de 2.460.000 millones de niños), sólo por detrás de Rumanía y lejos de la media europea, que ronda el 21 por ciento.
«Las infancias nunca duran. Pero todo el mundo se merece una» (Wendy Dale)
Y es que España sólo invierte el 1,3 por ciento del PIB en protección social a la infancia, mientras que la media europea se sitúa en el 2,3 por ciento. Una cifra inaceptable. «Para acabar con la pobreza infantil hay que tener voluntad política e inversión. Estas decisiones están al alcance de todos los estados, tanto los ricos como los más pobres. Todos los países tienen el deber de cubrir las necesidades de los niños y asegurarles un nivel de vida digno, con igualdad de oportunidades para todos», afirma Andrés Conde, director general de Save the Children.
La desigualdad, causa y consecuencia de la pobreza
Durante los últimos años, la desigualdad ha ido en aumento en toda Europa. El 10 por ciento de los hogares más ricos ganan ahora un 31 por ciento de los ingresos totales y poseen el 50 por ciento de la riqueza. España es uno de los países donde más han aumentado las desigualdades sociales desde el inicio de la crisis económica en 2008, según la OCDE. La desigualdad no es sólo una de las causas de la pobreza, también es una de las consecuencias. Los niños nacidos en zonas económicas o socialmente desfavorecidas, los que tienen alguna discapacidad o los que provienen de alguna minoría o familia migrante tienen más posibilidades de vivir en situación de pobreza.
«Dormimos cuatro personas en la misma habitación: mi madre, mi padre, mi hermana y yo, porque tenemos una casa muy pequeña. Cuando llego a casa en invierno hace frío y en verano hace demasiado calor», explica una niña española entrevistada por Save the Children.
Nada más que añadir. Sólo queda actuar.
Fotografía: Jeffrey ©