Sentada en la sala de espera de un centro de estética. Oigo y, además, escucho la conversación de la esteticién y la señora, señorita, sucedáneo, o lo que fuera a la que depilan.
Dicen algo así:
—Hoy ya es la coronación del nuevo rey, apunta la profesional.
—¡Ah! ¡Es verdad! ¡Qué bien! A mí me gusta mucho este nuevo, contesta la clienta.
—A mí también, me gusta mucho más que su padre.
—Hombreee… Es verdad que está mucho más preparado (¡Cómo me acordé de MurrayMag!, no pude evitar que una de las comisuras de mi boca esbozara una sonrisa. Recordé ‘El Preparao’ ), aunque hemos de reconocer lo bien que lo ha hecho su padre, si no hubiera sido por Juan Carlos aún estaríamos en dictadura.
Bien, ahí es donde me suenan las tripas. Prometo que no lo hice aposta, ellas solitas se revolvieron como alma que lleva el diablo (qué ganas tenía de usar esta frase en un texto). No se me puso lo de arriba abajo por la vena monárquica de las dos, no, se me voltea el mundo por cómo el olvido inventa la historia como le viene en gana. Yo lo llamo (haciendo referencia a mi amado Galeano) “la desmemoria del olvido”. Es esa cosa que sucede en una cabeza, luego en otra y luego en otra a lo largo de generaciones, a veces con un par de ellas es suficiente, depende de lo que se esfuerce un gobierno en desmemorizar. Véase el caso de los desaparecidos, por ejemplo. En una sola generación ya casi nadie sabía de qué se hablaba si no hubiera sido por esas benditas locas de la Plaza de Mayo.
A lo que vamos: En dos semanas de biografías espléndidas repletas de las imágenes más pasivas-agresivas del rey (¿esto se escribe con mayúscula?) y su nene, desde pequeñitos… Que si cuánto se admiran, que si qué carreras más bien hechas, que si venga otro vídeo del príncipe acariciando a un niñito, que si venga el rey con su muleta y el sentido del humor y las ganas que le pone a pesar de estar malito, que si… En fin, que todo esto mina la sensibilidad de (casi) cualquiera. El caso es que aprovechan el tirón y comienzan con la desmemoria a inventar cómo fue la historia.
“Que si no fuera por el rey seguiríamos en dictadura”. Seguiríamos en dictadura si no fuera por lxs españolxs que corrieron como condenados delante de los grises, por los movimientos vecinales que comenzaron en aquellos 70 que querían también su propia revolución cultural y social aquí en este país, como sucedía en otros muchos. Y esto lo sabíamos gracias a lxs que tuvieron que marcharse porque eran personas non gratas por decir, sentir, pensar en otro color (fuese cual fuese) que no fuera el permitido por el estado autárquico que sufrían estas tierras y sus gentes. Gracias a los movimientos artísticos fuera de nuestras fronteras que hacían conocer la situación al resto del mundo y gracias a los movimientos artísticos clandestinos que nacían y sobrevivían a la sombra que daban esperanzas a los que aquí estaban. Gracias a la literatura, la pintura, el teatro, el cine… Gracias a aquellos extranjeros que se preocuparon de lo que pasaba aquí y vinieron, tomaron nota (y fotografías) y lo expandieron al resto de países para que se supiera la realidad. A ellxs doy gracias por tener hoy una democracia (más o menos real en cuanto a las necesidades contemporáneas, pero eso es otro debate).
Pero nada, sigamos creyendo que SuperJuanCa nos salvó el culo, en honor a la desmemoria.
La historia verdadera de este país ha muerto. Y, cómo no, viva el rey.