España me da miedo. Si el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, el pueblo español parece que solo se levanta para volverse a caer en el siguiente pedrusco.
No quiero explicaciones macroeconómicas, índices, tendencias, análisis… Yo sólo veo que de cada diez empleos nuevos que se crean en España, cuatro son de camarero, que Bruselas nos exige 8.000 millones de euros más en recortes, que la deuda pública supera el 100% del PIB, que ganar 1.000 euros ya es un logro, los salarios son precarios no, lo siguiente. Y, sin embargo, veo mi barrio lleno de grúas, se construye de nuevo en cada solar, una vecina ha alquilado un piso de 67 metros en Vallecas por 850 euros y se lo estaban quitando de las manos, veo inmobiliarias de nuevo a patadas, con pisos de 300.000, 400.000, 500.000, 600.000 euros… ¿Qué falla? Porque desde el sentido común más elemental no me cuadra, no encajan todas las variables. O todo el dinero negro de los patriotas vendepatrias está volviendo de Panamá, o somos más tontos de lo que nadie puede suponer.
Ganamos cada vez menos, estamos cada vez más endeudados, los niveles del tejido industrial, de la investigación, del desarrollo tecnológico, y del ámbito cultural son anecdóticos y lamentables en comparación con países similares, seguimos siendo un país de servicios y pelotazo, de banqueros y constructores y todo lo que ello conlleva. Tal vez ahora el banco se piense más dar una hipoteca a un pobrecillo que con su nómina de 900 euros se quiere comprar un piso de 300.000. Normal, el dinero es cobarde y si antes era tan atrevido era por la impunidad de la que se gozaba para revolcarse de manera obscena en montañas de beneficios…
Pero lo verdaderamente preocupante es que ese pobrecillo que gana 900 euros piense que puede aspirar a ese piso, es más, quiera acceder a ese piso, dé por sentado que eso es lo bueno, que eso es lo que le conviene, que es lo que hay que hacer, que ese es el modelo. Y con todo lo que hemos visto y sufrido, con todo lo que hemos pagado como pueblo, como país, volvamos a lo mismo, a esa rueda macabra. Que la patronal bancaria alerte que es inevitable otra futura crisis y que lo que hay que hacer es moderar la relación entre el banco y el sector inmobiliario para que el impacto sea menor ( y asegurar más las ganancias ) es de escándalo. Y que lo leamos, lo aceptemos, firmemos el enésimo contrato precario, vayamos a votar a los de siempre, y después al banco a cerrar nuestra hipoteca a costa de una angina de pecho a los 50 y de quemar nuestra felicidad, talar la pirámide demográfica, amarrar nuestra libertad y enterrar lo poco que nos queda de dignidad, es del género tonto.
Me da miedo el pueblo español, resquebrajando este mesetario solar patrio, este país de polvo y hambre desde hace siglos, de grúas, paro y comida basura desde hace años. Sus comerciales inmobiliarios con trajes del Zara y sus licenciados en ADE con trajes de Carolina Herrera. Sus valores y su avaricia, su patriotismo neoliberal. Me da miedo, y me duele. Insisto en la frase de Don Miguel de Unamuno: «Me duele España».