Balas, dibujos, palabras y pizarras

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Cuando me enteré por televisión del salvaje asesinato en la redacción de Charlie Hebdo, estaba preparando las clases para la vuelta al instituto después de las vacaciones. Recuerdo que me debatía entre avanzar con la materia o hacer un resumen de lo visto en las últimas semanas de diciembre. Sin embargo, el cruel atentado en París cambió completamente mi perspectiva: como profesor y como ciudadano, me vi en la obligación moral de hacer un homenaje a las víctimas a la par que llevar el debate y la reflexión a las aulas, así que se me ocurrió una actividad que llevé a cabo muy satisfactoriamente junto con mis alumnos de cuarto de E.S.O.

Al entrar a clase, lo primero que hice fue preguntarles si sabían lo que había ocurrido. Ellos han ido respondiendo, completando la información entre unos y otros, y hemos establecido pronto un interesante debate sobre el atentado, las causas y las consecuencias del mismo. ¿Qué relevancia tiene en Europa un ataque así al mundo de la viñeta, la caricatura, el humor, la crítica social, el periodismo y la libertad de expresión? ¿Tiene alguien derecho a imponer sus ideas o sentimientos religiosos a los demás? ¿Ha de haber límites en el humor gráfico? ¿Cuáles? ¿Debe la religión circunscribirse a lo público, o sólo a lo privado, dentro de un estado laico? ¿Cuál debe ser la respuesta del periodismo tras los asesinatos, ceder ante la violencia o seguir expresándose libremente?

Después de un buen rato charlando con los alumnos y moderando el debate, les mostré algunas de las viñetas que fueron dedicadas a las víctimas de Charlie Hebdo por parte de sus colegas de profesión, y comentamos cada una de ellas. Han participado activamente y con interés, lo cual me ha llenado de satisfacción. Finalmente, entramos a la página web de la revista, teñida de luto y en la que se podía leer en el centro de la imagen “Je suis Charlie”. Efectivamente, todos, también en el aula, hemos sido Charlie, así que les entregué a cada uno un folio en blanco y les he propuesto que hicieran una viñeta con plena libertad de expresión, en la que hubiera una crítica social del tipo que quisieran. Sin cortapisas. Libertad total. Los terroristas, los extremistas, los asesinos podían haber acabado con la vida de los dibujantes, pero su esencia seguiría vigente de modo simbólico a través de nosotros.

Al final de la clase me entregaron sus trabajos, y como profesor me he sentido orgulloso de ellos. Porque las balas no nos van a silenciar, porque las nuevas generaciones tomarán el lápiz y la palabra, porque aunque los asesinos se han llevado vidas a la tumba, nunca podrán acabar con las ideas.

A pesar de todo, valió la pena volver a clase. Con este homenaje a la redacción de Charlie Hebdo, a su espíritu crítico, a su humor, a su humanidad, hemos recordado el valor de la libertad, y también que al instituto no se va solamente a estudiar o trabajar, sino también a formarnos como ciudadanos. Profesores y alumnos. Todos nosotros. Ciudadanos. Críticos. Y libres, sobre todo libres.

Los dibujos que acompañan el texto son de Antonio José Muñoz Varo y Ana Jiménez Rey.

bluebird Comunicación
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