Arenga de los Sindicatos Elenistas

bandera-elenista

«No hay cambio, no hay progreso. Solo la adaptación camaleónica a otros vientos mientras las viejas estructuras consolidan su poder».

Así comienza la ‘Arenga de los sindicatos futuristas‘ de Aviador Dro.  Y no he encontrado mejor manera para iniciar este artículo.

En plena burbuja abdicativa, me he puesto a reivindicar la figura de Doña Elena de Borbón y Grecia, como figura en sí, y me he quedado sola. Y es que la hija primogénita del señor que abdicó ayer, no va a ser reina por ser mujer. Gracias a la Ley agnaticia (no Sálica), que da prioridad al varón entre los hermanos. Así, el heredero será D. Felipe, tan borbónico como su hermana mayor, sin más mérito que su sexo.

¡Ay!, si fueran Austrias… otro gallo cantaría.

Tenemos una deuda con Elena,  tenemos una deuda con las mujeres.

Si al argumento de la tradición, le sumamos el de la preparación (Felipe VI, El Preparado), entonces Elena se vuelve a poner en cabeza, no hay mejor preparación que vivir al margen de la Casa Real.

Elena es la primera de la casa Real en tener un contrato en la Seguridad Social como todo hijo de vecino. Eso ya es más meritorio para ser reina que cualquier atribución histórica. Puestos a ser campechanos, no hay más campechanismo que depender de un contrato  por cuenta ajena sujeto a la Seguridad Social.  Si todos los días nos están machacando con la cultura del esfuerzo para conseguir los objetivos, que mejor manera de dotar de credibilidad a la institución que acceda a la Corona quien más ha tenido que esforzarse, sin educación tutelada,  ni formación militar.

Profesora de profesión, se ha caracterizado por hacer discretamente lo que le viene en su Real gana. Ha sabido apartarse lo justo de la casa Real para poder recobrar algo de privacidad. Y al que le ha tocado la moral, no ha tenido problema en darle una patada, literalmente. Que se lo digan a Marichalar.

Pero su condición de Infanta también le ha puesto en la primera línea de fuego del machismo. No sólo legal, sino también de la calle. De ella se ha cuestionado desde su capacidad, si es más o menos lista, si es buena madre, buena esposa… Todo lo que en otro contexto rechazaríamos por machista, con ella se ha normalizado. Siempre discreta, se lo ha pasado todo por el arco triunfal.

Discriminación Institucionalizada. Patriarcado monárquico.

La sucesión monárquica se establece en artículo 57 de la Constitución Española, que regula esa preferencia por razón de sexo a la que hemos aludido antes. Evidentemente, esto entra en contradicción con el artículo 14 CE, el que establece la igualdad, la no discriminación entre otras cosas por razón de sexo, y que se alega para todo, CASI siempre.

El argumento para la existencia de esa fórmula sucesoria es la tradición. Vaya mierda de argumento. Tal es el caso, que España ratificó en 1979 la Convención de Naciones Unidas de Nueva York sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer con una reserva: “no afectará a las disposiciones constitucionales en materia de sucesión a la Corona española”. Toma progreso.

Es verdad que en la época de la Constitución, la mujer no podía tener una cuenta corriente propia  ni podía viajar sola, es verdad. Pero estamos hablando que han pasado  36 años , la mujer ya puede hacer tantas cosas sola como le dejen, y ser reina también, una reforma a tiempo hubiese sido un gesto de progreso y de acercamiento a la realidad.

¿Qué vamos a esperar de una Constitución que sólo se refiere a la Reina en un artículo (58) y lo hace como “Reina Consorte”, como mujer de… como si la figura no tuviera cabida sin su hombre? No hay reina sin rey.

Lo cierto es que casi todas las casas reales han ido modificando en las últimas décadas estas tradiciones sucesorias, y ya sólo queda la española y la de Mónaco: En serio, ¿negarle la corona a Carolina por Alberto? ¡Somos unos tristes! Ahora no se estudiará en las escuelas la vida de Carolina, y es una pena, porque ha aportado a la historia infinitamente más jugo que su hermano.

¿Por qué no se modifica la Constitución en este ámbito?

Se las prometen muy felices y todos están de acuerdo en modificar la Constitución en este sentido, pero nadie mueve ficha. No hay prisa. Mientras esté Felipe, y se garantice su reinado todo está bien.

Pero para una reforma de este tipo tendría que seguirse la vía del artículo 168 CE, y que implicaría disolver las Cortes para convocar nuevas elecciones y que las nuevas Cámaras ratifiquen la reforma. Pero queridos, si vivimos en un país donde nadie dimite ni con agua hirviendo, ¿quién se va a arriesgar a soltar el sillón aunque sea un ratito?

“Por la mujer, la reina y la república”

Ese sería un buen lema para acompañar a la bandera Elenista, incluso para morir bordándola.

Se considera que la Corona debe ser ejemplo para sus súbditos. Por ese argumento, entiendo que si la mujer no puede ser Reina por ser mujer, tampoco puede ser súbdita por la misma razón. Por lo tanto, entendemos que la sección femenina queda al margen de todo esto, y tendrá su propia forma de Estado.

Los que claman república, casi siempre sectores que se autoproclaman progresistas, se basan en el derecho a decidir y en el anticuado lastre que supone que a un cargo de este tipo se acceda por linaje. Aunque tampoco estoy segura que el resultado fuese mucho mejor si se accediera por concurso público (TV) o por referéndum visto lo visto.

Lo que me sorprende es que esos sectores no se escandalicen del machismo, considerando un mal menor que el heredero sea un hombre por ser hombre y no una mujer, dando importancia sólo al derecho de sangre. Si la primogenitura la tenemos  asumida, es eso o una rifa, que ésta se rechace sólo por ser mujer es algo que chirría y debería poner en pie a republicanos, mujeres, gente de bien, de mal, anarquistas…

Esto con los carlistas no pasaba.

Si proponemos refundir las bases del Estado, tiene que hacerse superando las dolencias del actual régimen. Si no superamos lo inmediato, este machismo institucionalizado (entre otras cosas), se arrastra, y se encalla, y si se encalla ya irá afectando todo forma de Estado que pueda salir de ahí, y vuelta a empezar.

Así que yo me declaro ELENISTA, como símbolo de igualdad de derechos para súbditas y reinas. Y seguiré defendiendo encarnizadamente (en bares y revistas) su figura mientras sigamos manteniendo a los Borbones. Cuando eso cambie, estoy dispuesta a refundir hasta los cimientos de mi casa si hace falta.

La ilustración que acompaña a este artículo es de Annymal says hello.

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