A mi coño le duele España

editorialaborto

A mi coño le duele España. A mi coño le duele España desde aquel 11 de febrero en el que vi en el Congreso de los Diputados a una panda de malnacidos aplaudir después de defender que, más pronto que tarde, me quitaban mi derecho a decidir, a una panda de malnacidos aplaudir después de violar mi útero, a una panda de malnacidos que todavía no comprenden que la ley de plazos del aborto no obliga a nadie a abortar. O quizá sí, lo peor de todo es que quizá sí lo comprendan…

Y estamos en sus manos. Y tengo miedo.

Sí, señor Gallardón. Tengo miedo. Mi útero llora al imaginarse el parto de un bebé reconvertido en la crónica de una muerte anunciada. Llora por las adolescentes que no están preparadas para ser madres. Llora por las mujeres violadas. Llora por las mujeres, sin más. Llora porque quiere seguir siendo mío. Y de nadie más.

Ustedes, los liberales, los que se empeñan en privatizar hasta los servicios más básicos, han decidido que mi útero ya no es mío, sino una cuestión de estado. La sombra de la Iglesia es alargada y noto sus tentáculos aplastando mis ovarios contra mi carne. Y duele. Y sangra. Sí, señor Gallardón, me duele el coño.

La cosa debería ser tan sencilla como que mi coño es mío, en mi coño mando yo. Y nadie más. Mi coño, con su óvulo habitado por un espermatozoide, también es mío. En ese coño, que sigue siendo mío, debería seguir mandando yo. Pero no. En esta España, la de 2014, esta España en la que los provida privatizan la sanidad y suicidan personas, dos expertos (con o, de macho) van a tener que supervisarme por si —oh, pobrecitas mujeres, si es que son como niñas— solita no sé tomar la decisión correcta.

Lo siento, señor Gallardón, pero no me sale del coño callarme. No pienso callarme nunca, porque si callo reviento y si reviento, usted y los que son como usted, habrán ganado. No voy a callarme por las mujeres que lucharon para que yo hoy pueda estar sentada delante de la pantalla de este ordenador diciendo lo que pienso, por las mujeres que consiguieron que yo pueda ir a la universidad, votar, comprarme un piso y hasta follar con quien me dé la gana. Estoy aquí porque ellas no se callaron, porque ellas dijeron basta. Basta ya, señor Gallardón, basta ya.

No quiero acabar llorando tu semen mientras mis entrañas gritan tu nombre. No me sale del coño.

La ilustración que acompaña a este artículo es de Annimal says hello.

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